Por Partido Socialismo y Libertad – Sección de la UIT-CI en Venezuela
El viernes 10 de enero fue proclamado Nicolás Maduro como presidente por un tercer período de 6 años. Esto se produjo con el trasfondo de un país militarizado. La policía, la Guardia Nacional Bolivariana y efectivos de contrainteligencia militar (Dgcim), tomaron la capital y las principales ciudades del país, así como las sedes de todas las instituciones del Estado.
En los días previos a la toma de posesión de Maduro se produjo una nueva razzia represiva que se saldó con unas 49 personas detenidas, entre ellas dirigentes políticos, activistas de derechos humanos, líderes sociales y periodistas.
Maduro asume después de haber ejecutado un escandaloso fraude en los comicios presidenciales del 28 de julio, y de reprimir brutalmente las manifestaciones populares que se produjeron entre el 29 y el 30 de julio, como reacción a lo que la mayoría consideró como un escamoteo a la voluntad popular. Esta represión indiscriminada se extendió durante los días y semanas subsiguientes con el saldo de más de 2000 detenidos, en su mayoría pobladores de barrios populares.
El fraude, la represión de los días posteriores al 28 de julio y la proclamación presidencial realizada el pasado viernes, no son más que nuevas vueltas de tuerca de un régimen que ya desde el año 2016 caracterizamos como una dictadura, fecha en la que Maduro desconoció la Asamblea Nacional de mayoría opositora e intervino militarmente la Fiscalía General, lo cual fue seguido por la represión violenta de las genuinas protestas que se produjeron entre abril y junio del 2017.
Por su parte la derecha patronal y proimperialista encabezada por María Corina Machado Edmundo González Urrutia, se dedicó durante los últimos meses a generar falsas expectativas de cara al 10 de enero. Tal como ya habíamos advertido, no se produjo la supuesta transición de la que hablaba María Corina Machado, ni Edmundo González vino al país a tomar posesión.
Desde el Partido Socialismo y Libertad decimos que los cambios que anhela el pueblo trabajador no serán producto de la fé, ni de formulas mágicas, no vendrán de algún tipo de injerencia extranjera, o por las acciones de una nebulosa “comunidad internacional”. Para derrotar al gobierno y su ajuste capitalista, y recuperar las libertades democráticas, no podemos confiar en los partidos de la oposición burguesa, ni en María Corina Machado y Edmundo González, mucho menos en un empresariado capaz de venderse al mejor postor en aras de sus negocios.
El pasado 10 de enero con la proclamación de Maduro, se ratificó un gobierno ilegítimo y sin respaldo popular, que seguirá aplicando un severo ajuste capitalista en connivencia con el empresariado, estrechando cada vez más sus lazos y acuerdos con Fedecámaras y Conindustria. El de Maduro es un régimen expresión del fracaso del chavismo como proyecto político que generó grandes expectativas populares. Con el chavismo falló el doble discurso reformista de gobernar con sectores patronales y empresas mixtas sin salirse de los marcos del capitalismo, acompañado por un discurso seudopopular y de “izquierda”.
En tal sentido decimos desde el PSL que la realidad de la clase trabajadora y de los sectores populares sólo puede cambiar con la lucha. Solo la movilización obrera y popular podrá derrotar a la dictadura y recuperar las libertades democráticas.
Postulamos un programa alternativo al ajuste capitalista gubernamental. Por ello es urgente organizarnos, tomando las precauciones que sean necesarias, en las comunidades, fábricas, oficinas, centros de salud y educativos para movilizarnos por la libertad de los presos políticos, en defensa de las libertades democráticas, y para imponer un Plan Obrero y Popular de emergencia, financiado a través de un Fondo Social y Económico, cuyos recursos deben provenir de los grandes empresarios nacionales, banqueros y transnacionales; que contemple: Petróleo 100% estatal sin transnacionales ni empresas mixtas, gestionado por sus trabajadores, profesionales y técnicos; impuesto a los grandes capitalistas nacionales y transnacionales; no pago de la deuda externa; suspensión de gastos policiales y militares; repatriación de recursos del exterior; confiscación de bienes de corruptos.
Con todos esos recursos garantizar salarios y pensiones iguales a la canasta básica, indexados mensualmente a la inflación. Decimos ¡Basta de bonificación salarial! Un plan de infraestructura para recuperar universidades, escuelas, hospitales y ambulatorios, que proporcione empleos dignos y productivos; casas de abrigo y protección para todas aquellas mujeres y disidencias que se atreven a denunciar la violencia machista. !Plan de inversión en la industria petrolera y empresas básicas para que haya gasolina, gas, electricidad! Todo ello en la perspectiva de luchar por un gobierno de las trabajadoras, trabajadores, y por el verdadero socialismo con democracia obrera y popular.
11 de enero de 2025