Por Propuesta Socialista, sección panameña de la UIT-CI
3/02/2025. Desde que Donald Trump fue declarado ganador de las elecciones presidenciales de Estados Unidos ha intensificado una campaña de mentiras contra la administración del Canal de Panamá. No solo busca desinformar, sino que incluso ha insinuado abiertamente que no descarta el uso de la fuerza si Panamá no sigue sus órdenes.
Su ofensiva se basa en manipular a la población estadounidense con falsedades como:
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Que Estados Unidos «regaló» el Canal a Panamá (inicialmente, Trump afirmaba que el expresidente Carter lo vendió por un dólar).
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Que el Canal de Panamá está bajo el control de China.
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Que Panamá impone tarifas injustas a los buques estadounidenses.
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Que en la construcción del Canal murieron 30.000 ciudadanos estadounidenses.
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Que Estados Unidos «recuperará» el Canal de Panamá.
Estos argumentos no son casuales ni inocentes. Son parte de una estrategia para alimentar el nacionalismo imperialista y justificar una mayor injerencia sobre Panamá. Trump y sus seguidores recurren a la misma doctrina expansionista de siempre: la Doctrina Monroe, que en el siglo XIX se usó para expulsar la influencia europea de América Latina con el lema «América para los americanos».
Hoy la historia se repite: buscan someter a Panamá bajo el poder de Washington y chantajear al gobierno de Mulino para que ceda a sus exigencias.
La respuesta del gobierno de José Raúl Mulino
Con una retórica nacionalista, Mulino ha declarado que el Canal de Panamá es panameño. Sin embargo, sus acciones contradicen sus palabras. En lugar de una defensa firme de la soberanía, ha contratado a figuras del Partido Republicano —afines a Trump— para hacer lobby en Washington, supuestamente para «informar» al presidente Trump sobre la realidad del Canal y demostrar que opera sin injerencia china.
Pero detrás de este «cabildeo», lo que queda claro es que Mulino no pretende confrontar a Trump, sino complacer a Estados Unidos. Ha dejado claro que su gobierno prioriza las relaciones con Washington sobre cualquier otra nación, incluyendo China, evidenciando su alineamiento con los intereses de la potencia norteamericana.
Mientras tanto, los empresarios panameños esperan la llegada de Marco Rubio para «aclarar» que el Canal es administrado por panameños, en un intento de preservar las «buenas relaciones» con EE.UU. Esas mismas relaciones que históricamente han significado sumisión de la burguesía panameña a los dictámenes de Washington.
Por otro lado la Asamblea de Diputados sigue discutiendo la entrega a los bancos y otros negocios, y los fondos de la Caja de Seguro Social. Fondos que son de los trabajadores y trabajadoras panameñas.
La respuesta del pueblo panameño y la clase trabajadora
Pero la historia no la escriben los gobiernos empresariales. La soberanía la defiende el pueblo. La juventud, las mujeres, los pueblos originarios, los campesinos y la clase trabajadora en su conjunto rechazamos las amenazas de Trump y denunciamos su política imperialista y racista, que no solo apunta contra Panamá, sino contra el mundo entero. No se trata solo del Canal: se trata de la dignidad de los pueblos y su derecho a decidir su propio destino.
Trump ha demostrado ser un enemigo de los pueblos con su política de:
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Despojo del pueblo palestino mediante el exterminio a través del estado sionista de Israel.
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Ataques, persecución y encarcelamiento de migrantes en la base de Guantánamo.
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Vulneración de los derechos de las mujeres y las disidencias.
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Agresiones económicas y diplomáticas contra México, Groenlandia y Canadá.
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Destrucción del medio ambiente.
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Recortes y eliminación de programas sociales que afectan a los más vulnerables, entre otras.
Panamá no puede ceder ante estas amenazas. La soberanía no se negocia. Se defiende con unidad, conciencia y lucha. Es momento de cerrar filas contra cualquier intento de dominación extranjera, vengan de donde vengan.
No obstante lo anterior es necesario señalar que una parte de la población ha sido influenciada por la idea de no defender la soberanía panameña sobre el Canal y el territorio, argumentando que «el Canal no les da nada» y que «todo se lo llevan los ricos». Ahora, ante las consecuencias de esta sumisión, algunos sectores permanecen indiferentes.
Esta postura tiene su raíz en 2 hechos:
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Los empresarios son los grandes beneficiarios del Canal, acumulando riquezas mientras el pueblo sigue sumido en la precariedad.
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Los ingresos que deberían mejorar la vida de la mayoría no se reflejan en el bienestar popular, quedando concentrados en pocas manos mientras la población sigue sin acceso a servicios básicos dignos.
A esto se suma la estrategia deliberada de Estados Unidos, a través de su embajada, y ejecutada con beneplácito por Lucinda Molinar desde el gobierno de Ricardo Martinelli y en el actual, como ministra de Educación, de borrar la memoria histórica de la lucha del pueblo panameño, especialmente tras la gesta patriótica del 9 de enero de 1964. Han intentado debilitar el sentido de soberanía y dignidad nacional, promoviendo la dependencia y la resignación.
Frente a esto es urgente tomar medidas concretas para fortalecer la soberanía y el bienestar del pueblo:
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Recuperación y estatización inmediata de los puertos de Cristóbal y Balboa, así como la energía eléctrica, telefonía y demás empresas estatales. Mantener los aeropuertos bajo la administración del Estado y no darlos en concesión como negocia Mulino a espaldas del pueblo, a compañías francesas. Asegurando con estas medidas que los recursos nacionales beneficien al pueblo trabajador y no a intereses extranjeros.
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Un plan de obras públicas que garantice agua potable para toda la población panameña, poniendo fin al privilegio de unos pocos sobre un derecho fundamental.
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Reparación y construcción masiva de vías públicas, para dignificar las condiciones de movilidad y desarrollo en todo el país.
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Garantizar la soberanía alimentaria, impulsando la producción nacional y reduciendo la dependencia de importaciones que solo enriquecen a las transnacionales.
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Inyección económica urgente a la Caja de Seguro Social, fortaleciendo un sistema solidario que proteja a la clase trabajadora y a los sectores más vulnerables.
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La soberanía no se negocia, se defiende con organización, conciencia y lucha de la clase trabajadora y el pueblo.
¡Los Mártires hablaron claro: Un Canal al servicio de los trabajadores y trabajadoras, no de los empresarios, las navieras ni de los intereses norteamericanos!
¡Marco Rubio Non grato!
¡Trump saca las manos de Panamá!
¡Un solo territorio una sola bandera !Vivan los Mártires de enero de 1964!