Por Prensa UIT-CI
22/02/2025. El 24 de febrero de 2022, el genocida de Putin invadía Ucrania. A tres años nos encontramos con el sorprendente apoyo abierto a Putin y su invasión, del imperialismo yanki, en nombre del ultraderechista Donald Trump. Salió a elogiar a Putin y a iniciar una negociación directa con Rusia sin Ucrania, Trump, insólitamente, culpó a Ucrania de la guerra, acusó a Zelenski de “dictador” y que Rusia “tiene los papeles en regla porque tomó mucho territorio” (sic).
Al respecto, reproducimos las notas de Isam Pardes y Josep Lluis del Alcázar, dirigentes de Lucha Internacionalista, sección de la UIT-CI en el Estado español. Editadas en el suplemento del número 200 de su prensa, que tiene 25 años de trayectoria.
A tres años de la invasión rusa a Ucrania
Tras tres años de guerra por la invasión rusa de Ucrania en 2022, ninguno de los dos países ha sido capaz de infligir al otro una derrota significativa. El imperialismo de EE. UU. ha sostenido la agonía del pueblo ucraniano mientras priorizaba el proyecto estratégico del Estado sionista y avalaba el genocidio en el pueblo palestino. El imperialismo ruso ha avanzado poco a poco en el frente de guerra, mientras veía la caída del régimen sirio del clan Ásad como un golpe a sus intereses económicos y militares internacionales. Las negociaciones se ponen ahora sobre la mesa, también en boca de Zelenski, aunque serán los imperialistas quienes decidan sus reglas.
Putin, en una clara posición de fuerza en el frente militar, pese al aparente fracaso de los soldados norcoreanos, se muestra abierto a la negociación con la administración Trump. Tanto el uno como el otro se han apresurado a halagarse y han demostrado su simpatía personal y la proximidad de un discurso político en reiteradas ocasiones. Pese al regreso de Donald Trump a la Casa Blanca por la puerta grande, amenazante con sanciones y aranceles a todos, el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, afirmaba que la política oficial de EE. UU. es que la guerra debe acabar. Así, se acelera el proceso de entendimiento con Putin, quien afirmaba que cualquier acuerdo debe respetar la realidad sobre el terreno, que Ucrania no entre en la OTAN y la retirada de tropas ucranianas de los territorios ocupados, es decir, la rendición ucraniana, que significaría la amputación de su soberanía nacional por la vía de los hechos consumados y la pérdida de los territorios ocupados, como la región del Dombás y Crimea. Zelenski gesticula y expresa su desacuerdo, pero ha tenido que realizar un cambio de postura, desde negar cualquier negociación con el agresor, hasta supeditar futuras negociaciones a las garantías de seguridad por parte de occidente, incluida la petición de 200.000 cascos azules.
En Ucrania se vive una situación límite por la dependencia económica, principalmente del imperialismo europeo (de al menos 40.000 millones de dólares para mantener los servicios públicos, apoyar a la población y mantener la producción), y por la dependencia militar del imperialismo estadounidense. La guerra ya ha dejado cerca de medio millón de muertos y más de 5 millones de desplazados internos y más de 8 en Europa, según ACNUR. El proyecto neoliberal impulsado por el gobierno de Zelenski ha expulsado de los convenios al 90% de los trabajadores y trabajadoras. Los deja en la estacada y ya genera más de 7 Millones más de personas en la miseria, mientras sigue enriqueciendo a los oligarcas huidos, pese a la caída del PIB desde el inicio de la guerra y la necesidad de reestructurar más de 20.000 millones de deuda internacional. Si bien es cierto que Ucrania tiene el derecho a buscar el armamento de donde venga y donde sea posible, ante la doble vara de medida y la lastimosa ayuda militar que han recibido en cuentagotas y fuera de tiempo, también tenía la obligación de, en lugar de seguir aumentando la deuda externa y de acelerar la venta de propiedades y servicios públicos, reordenar la industria según las necesidades de un país en guerra, como exigía la izquierda ucraniana.
Mientras la economía ucraniana se encuentra cada vez más entre la espada y la pared, apoyada únicamente sobre los hombros de la clase trabajadora, la situación de Rusia parece haber estabilizado una guerra continua. Rusia burla las falsas sanciones y las medidas cosméticas que han aplicado el imperialismo estadounidense y el europeo para quedar bien. Además, hizo valer sus recursos naturales y la dependencia de muchos países de su suministro, impulsó la industria armamentística que funciona a todo trapo, sustituyó productos importados por producción nacional y profundizó en nuevas relaciones comerciales con sus aliados internacionales. Aunque las cifras oficiales de febrero de 2025 señalan el fin de esta situación. Todo ello al más puro estilo estalinista, subsidios para los combatientes y sus familias, y la represión más dura contra la disidencia interna.
El pueblo ucraniano ve como lo que debía ser la gran salvación occidental, ya sea por la vía de la entrada en la UE o la entrada en la OTAN, no le servirá para expulsar al invasor. Al contrario, solo le ha llevado a la dependencia de los planes del imperialismo , que ve a Ucrania como un mercado y a su población como un grueso de consumidores, pero no le importan las legítimas aspiraciones ni lo que se ha sufrido en la guerra. Al mismo tiempo que no se puede sentir defendido por sus propios dirigentes y los distintos gobiernos que ha reconfigurado Zelenski. Es necesaria, y no se ha impulsado, una economía planificada al servicio de ganar la guerra que reduzca la dependencia del imperialismo. La expropiación de todos los oligarcas, para poner a la industria y los beneficios al servicio de las necesidades del frente de guerra y de la retaguardia. Así como la salvaguardia de los servicios públicos, que están en pleno proceso de privatización.
En contra del camino que imponen los imperialismos, la salida para los pueblos se abre en la resistencia palestina contra el colonialismo y el apartheid del Estado de Israel y se suma la caída de Ásad -a la que contribuyó la guerra ucraniana que dificultaba a Rusia reabrir el frente de apoyo a Bashar-.
Desde Lucha Internacionalista (LI) y nuestra organización internacional la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI), hemos trabajado con la izquierda antiautoritaria ucraniana y hemos hecho ya 4 convoyes -y un envío en metálico- de ayuda a los sindicatos independientes del metal, minería, ferroviarios y docentes en Dobropillya, Zaporíjia, Korosten y Mikolaiev. Hacemos un llamamiento a los pueblos del mundo a seguir expresando la solidaridad con la resistencia del pueblo ucraniano.
¡Todo el apoyo a la resistencia ucraniana!
¡Fuera tropas rusas de Ucrania!
¡No a la OTAN!
Isarn Pardes
EEUU comienza la negociación con Rusia sobre Ucrania, sin Ucrania
Tras la conversación telefónica de Trump y Putin, en Arabia Saudita han comenzado las conversaciones con los jefes de las diplomacias: Marco Rubio y Sergei Lavrov, que han puesto en marcha la maquinaria negociadora. En el trasfondo, la normalización de las relaciones entre ambas potencias y la recuperación de los negocios de empresas norteamericanas en Rusia.
EE.UU. acepta la posición rusa de que Ucrania no entre en la OTAN y también que debe hacer concesiones territoriales. Trump además, pide empezar a cobrar la ayuda a Ucrania (30% del armamento) con el control de buena parte de las tierras raras que existen en el territorio. Ucrania quedaría sin parte del territorio y parte de las riquezas que se habrían repartido las dos grandes potencias.
Zelenski, desde Estambul denuncia que le han dejado fuera de las negociaciones, y declara que en ningún caso cederá territorio para firmar la paz. También reclama que la garantía de seguridad sea con la entrada en la OTAN o con la presencia de fuerzas internacionales de interposición que aseguren que el acuerdo no acabe en papel mojado. Mientras, las potencias europeas reunidas de urgencia en París se exclaman de que no se cuente con ellas para las conversaciones. La caída del peso de la UE, que además no puede actuar como bloque, por la disidencia de gobiernos pro-Putin como el húngaro, en el club imperialista es más que evidente.
Si Ucrania, con Biden, ya era moneda de cambio en el escaparate de los intereses de las grandes potencias, por mucho que lo vistiera de grandes palabras sobre la defensa de la democracia y la soberanía, ahora con Trump, no se esconde. Zelenski está contra las cuerdas. No puede aceptar la entrega de territorios ucranianos a Rusia. Pero debería dar una vuelta de 180º para no depender políticamente de los imperialismos, ni de los intereses de la oligarquía ucraniana. Está atrapado por su propia política, como han venido denunciando los compañeros y compañeras de la izquierda ucraniana de Sotsialnyi Rukh (Movimiento Social). Como dicen: «Además, la reivindicación de justicia social de las masas está cada día más presente: mineros, enfermeras, ferroviarios (…) Si no se resuelve la cuestión social, es decir la redistribución de bienes y del poder en favor de la mayoría de la población, Ucrania está condenada a caer en una situación extremadamente precaria.»
Josep Lluís del Alcázar
Nota 1 La société ukrainienne dans la troisième année de résistance à l’invasion russe: points d’unité et de division Vitaliy Dudin file:/// C:/Users/Josep%20Lluis/Downloads/sistenucrania%20(3).pdf