Por Adolfo Santos, dirigente de Izquierda Socialista/UIT-CI, Argentina
11/5/2025. Finalmente, el 8 de mayo surgió el humo blanco de la chimenea montada sobre el tejado de la Capilla Sixtina en el Vaticano. En transmisión directa para todo el mundo, el cardenal francés Dominique Mamberti pronunció la frase «Habemus papam« desde el balcón de la Basílica de San Pedro y confirmó el elegido: el cardenal estadounidense-peruano Robert Prevost, que llevará el nombre de León XIV.
De todo esto, podemos sacar algunas conclusiones iniciales. Fue uno de los cónclaves papales más cortos de la historia, demostrando que más allá de las diferencias entre ultra conservadores y “progresistas” que anunciaban un posible cisma de la Iglesia Católica en el futuro, los cardenales optaron por curvarse ante una figura que estaría “lejos del confort y al servicio de las periferias”, como algunos definen al nuevo Papa. La continuidad del papado de Francisco, quedó asegurada.
La Iglesia Católica vive una profunda crisis al calor de la decadencia del capitalismo imperialista y el creciente descreimiento de las masas en sus dirigentes políticos patronales tradicionales, incluidas las autoridades eclesiásticas. En ese marco desde hace años crecen las denuncias de escándalos financiero y de corrupción, como el famoso caso del fraude (1982) del Banco Ambrosiano que manejaba los fondos del Vaticano. En los últimos años crecieron las denuncias contra casos de abuso sexual y pedofilia en el seno de la Iglesia Católica.
Esta crisis llevó a que en 2013 de produjera un hecho casi inédito, que fue la renuncia del papa Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, y que fuera reemplazado por Francisco. El Papa alemán, no solo se tornaba insustentable por defender los valores y la liturgia católica tradicionales como el uso del latín en el oficio de las misas o la reintroducción de las antiguas vestimentas papales. Su papado fue relacionado con los escándalos financieros del Vaticano y se puso en evidencia su pasado junto a la juventud hitleriana. Eso, sumado a la más profunda crisis del capitalismo imperialista, abierta en 2008, que movilizaba a millones de trabajadores y trabajadoras en todo el mundo contra los planes de ajuste de los gobiernos, generaron un combo que obligó a la Iglesia Católica a renunciar a Benedicto XVI y a imponer a Francisco.
La designación en el 2013 del argentino y jesuita Jorge Bergoglio fue un intento de producir un cambio designando a un papa no europeo, sino latinoamericano para que pose de progresista. Buscó lavar la cara del Vaticano y recuperar algo de los amplios espacios perdidos por la Iglesia Católica. En la misma línea se elige a León XIV. Necesitan evitar la continua emigración de fieles, un problema que está dejando a la iglesia sin párrocos por la falta de vocación religiosa de los jóvenes. Pero, además, porque la crisis del capitalismo mundial, no solo continúa, como se agrava, sobre todo con el surgimiento de personajes como Donald Trump, el jefe del imperialismo mundial que, con sus medidas, está causando un caos sin solución para las masas explotadas del mundo. Por eso no eligieron al cardenal Raymond Burke, el preferido de Trump y si al estadounidense-peruano Robert Prevost, nombrado por Francisco obispo de Chiclayo, al noroeste del Perú. Más tarde, el propio Francisco, preparando el recambio lo trasladó a Roma en 2023, designándolo en puestos importantes para garantizar su continuidad.
No hay un nuevo modelo de iglesia
Eso no significa que estamos frente a la “Iglesia de los pobres”, un concepto introducido por el Papa Juan XXIII en el Concilio Vaticano II en 1962 y que retomó el papa Francisco con la encíclica Evangelii Gaudium. Es una adaptación a los tiempos de una institución que hace mas de 500 años acompaña sin fisuras al capitalismo. También el nombre de León XIV fue pensado para los tiempos actuales. En 1891, León XIII (Papa entre 1878 y 1903), escribió la encíclica Rerum novarum con la cual fundó la Doctrina Social de la Iglesia que denunciaba, en el auge del capitalismo, los niveles de explotación a la clase trabajadora y reclamaba por mejores salarios y condiciones de vida. Pero, a su vez, denunciaba el avance del socialismo.
El crecimiento del marxismo a finales del siglo XIX, que en 1917 iba a parir la Revolución Rusa, la más grande revolución del siglo XX, puso en alerta al capitalismo. La iglesia montó un escudo protector con la doctrina social para tratar de evitar que los explotados y oprimidos del mundo vayan hacia el socialismo. No fue contra el capitalismo y el socialismo por igual, como muchos presentan esta doctrina. Tenía un solo objetivo, la defensa del capitalismo.
Ahora la llamada “iglesia de los pobres” no pasa de un doble discurso adaptado a los tiempos. Y los tiempos actuales de caos y desorden necesitan como nunca esta fachada. Son solo posturas políticas, adoptadas en cada momento, para perpetuar el poder al servicio de la preservación del capitalismo. La forma que adopta la iglesia en cada momento no puede ser confundida con su contenido histórico, con su esencia, que es profundamente reaccionaria.
La Iglesia Católica y el Vaticano no han cambiado, por más que Francisco se haya negado a usar los zapatos rojos tradicionales o se haya hospedado en la “sencilla” Casa de Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico, que tradicionalmente ha sido la residencia de los papas. Tampoco va cambiar la iglesia porque el obispo de Chiclayo, ahora Papa, se sienta “un peruano”, juegue al tenis o haya recorrido su diócesis de Chiclayo a caballo.
Mantenemos una posición crítica a la Iglesia Católica como institución
Las guiñadas progresistas, no pueden ocultar el papel de la Iglesia Católica. Con el Papa Francisco a la cabeza negó los derechos más básicos de las mujeres, como la legalización del aborto, una conquista en Argentina obtenida contra la campaña de todo el aparato eclesiástico. Los “cambios” de Francisco fueron tan superficiales que los curas pedófilos o abusadores siguen siendo cobijados por las autoridades de la iglesia. Apenas son “trasladados” para evitar un mayor escándalo. Las mujeres, no solo estuvieron absolutamente ausentes del cónclave de cardenales, sino que siguen teniendo vedado el acceso al sacerdocio. Los divorciados y las disidencias sexuales continúan siendo “pecadores”, como expresó el párroco de Chiclayo Jorge Millán Cotrina, discípulo del nuevo Papa.
La Iglesia Católica se sigue oponiendo a la legalización del matrimonio igualitario y en muchos países se aferran a los recursos económicos y a los privilegios que le dan los distintos gobiernos, negándose a la separación de la Iglesia y el Estado. Eso sin traer a cuento el papel siniestro que históricamente desempeñó. Fue ejecutora de musulmanes y judíos en la Edad Media, apoyó un genocidio sistemático de los pueblos originarios en América, llevó mujeres a la hoguera acusadas de brujería, el Papa Pio XII, fue colaborador directo del nazismo y en Argentina la cúpula de la iglesia fue cómplice de la dictadura genocida.
Es claro que hubo sectores de la iglesia que defendieron a los y las trabajadores o enfrentaron dictaduras, como los curas tercermundistas de Brasil o el obispo Oscar Romero de El Salvador o Enrique Angelelli en el caso de la dictadura Argentina. Pero fueron excepciones, la regla de la cúpula católica que representa el Vaticano, ha sido mantener una política reaccionaria al servicio del sistema capitalista-imperialista.
Desde Izquierda Socialista y la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores Cuarta Internacional (UIT-CI), a la vez que respetamos las posturas y creencias religiosas de cada compañera y compañero porque entendemos que es una decisión de índole íntimo y personal, mantenemos una posición crítica a la Iglesia Católica como institución. Opinamos diferente de los que definen a Bergoglio como el “Papa de los pobres” o de los que empiezan a verter elogios en el mismo sentido en relación a León XIV. Como hemos afirmado tantas veces, los socialistas revolucionarios estamos convencidos que la justicia social, la dignidad para los miles de millones de pobres, marginados y oprimidos de este planeta, sólo se logrará luchando, contra la explotación en cada lugar del mundo y tirando abajo este sistema inhumano que es el capitalismo e instaurando el socialismo con plena democracia para el pueblo trabajador.