Por Federico Novo Foti, (El Socialista, Argentina)
10 de julio de 2025. Hace 80 años se llevó a cabo la Conferencia de Potsdam. Tras la rendición del nazismo en la Segunda Guerra Mundial, los líderes de las potencias vencedoras se reunieron para terminar de delinear un nuevo orden mundial capitalista dominado por Estados Unidos y para repartirse zonas de influencia con los burócratas que gobernaban la URSS.
Entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945 se celebró la Conferencia. La localidad, cercana a Berlín (Alemania), antigua capital de la monarquía prusiana, recibió a los líderes de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial. Ellos eran el presidente de Estados Unidos, Harry Truman (que había reemplazado al fallecido Franklin D. Roosevelt), el primer ministro británico, Winston Churchill (que sería reemplazado durante la conferencia, tras perder las elecciones, por el laborista Clement Attlee) y José Stalin de la URSS.
Desde febrero de 1943, después del triunfo soviético en la batalla de Stalingrado, el avance del Ejército Rojo sobre los ejércitos alemanes en Europa oriental se volvió arrollador. En junio de 1944 se produjo el desembarco en Normandía de las tropas inglesas, norteamericanas y de otros países capitalistas que avanzaron sobre el territorio francés ocupado por los nazis. En abril de 1945, el Ejército Rojo entró en Berlín. La derrota final del nazismo, a comienzos de mayo, quedó inmortalizada en la imagen del soldado soviético colocando la bandera roja en lo alto del edificio del Reichtag (Parlamento) alemán.
Entre tanto, los líderes de las potencias aliadas comenzaron a tejer acuerdos para delinear el orden capitalista de la posguerra. La primera conferencia se hizo en Teherán (Irán) a fines de noviembre de 1943. La conferencia de Yalta (actual Crimea, hoy invadida por Rusia) se desarrolló en febrero de 1945. La de Potsdam fue la tercera y última.
Salvar el dominio imperialista mundial
El triunfo del Ejército Rojo en Stalingrado había cambiado el curso de la guerra y provocado un inmenso ascenso de las masas europeas contra el nazismo. Entre abril y mayo de 1943 se levantó el gueto judío de la ciudad de Varsovia (Polonia). En agosto de 1944 estalló la insurrección de toda la ciudad. Se fortalecieron los maquis y partisanos, las organizaciones de la resistencia antifascista francesa e italiana. En Grecia se consolidó la guerrilla antifascista dirigida por el Partido Comunista, que comenzó a ser combatida por las tropas británicas para evitar que tomaran el poder. En Yugoslavia las fuerzas de Josip Tito avanzaron sobre los ocupantes nazis hasta dominar casi todo el territorio.
Los líderes imperialistas temieron que su dominio se viera cuestionado por el ascenso revolucionario de las masas. Así fue que pergeñaron, con la criminal colaboración de Stalin, aquellas conferencias, cuyo objetivo era frenar o aplastar la revolución socialista en Europa y en el mundo.
En Potsdam, Truman, Churchill y Stalin pactaron la “desmilitarización” y partición de Alemania. Berlín quedó dividida en cuatro zonas, con tropas de ocupación rusas, yanquis, inglesas y francesas. A pesar de la pretendida “desnazificación” del país, el objetivo era desmembrar al poderoso proletariado alemán, para no correr el riesgo de que recuperara su experiencia de organización y tradición marxista.
Asimismo, acordaron dividir Europa en “dos esferas de influencia”. La parte occidental fue reconstruida económicamente con la ayuda estadounidense (el Plan Marshall). Stalin se comprometió a que los partidos comunistas de Italia y Francia, que dirigían importantes organizaciones de la resistencia abandonaran las armas y se volcaran a la reconstrucción capitalista. Ordenó detener un proceso que se podía encaminar al triunfo de la revolución obrera y socialista en esos países. En Europa oriental, dominada por el Ejército Rojo, Stalin se comprometió a mantener el capitalismo e instalar gobiernos “de unidad nacional” con las respectivas burguesías locales, sin avanzar en su expropiación. En contrapartida, los aliados reconocieron esos territorios como parte de la influencia soviética.
A pocos días de terminada la conferencia, Estados Unidos lanzó las bombas atómicas sobre la población de Hiroshima y Nagasaki en Japón. La rendición japonesa del 15 de agosto marcó el final de la guerra.
El desorden capitalista mundial
A pesar de los pactos de finales de la guerra, de la hegemonía del imperialismo estadounidense y de la traición del estalinismo, el ascenso revolucionario de las masas continuó. Se expropió y terminó con el poder burgués en los países de Europa oriental, surgiendo nuevos estados obreros, aunque dominados por la burocracia. Se liberaron gran parte de las colonias, en especial las británicas y francesas, en Asia y África. En 1949, la revolución china encabezada por el PC y Mao Tse Tung terminó expropiando a la burguesía, constituyendo un nuevo estado obrero burocrático. En el marco del dominio mundial del capitalismo imperialista, en un tercio de la humanidad se había expropiado a la burguesía.
En 1989, la caída del muro de Berlín, símbolo de la división de Alemania, marcó el inicio de un nuevo ascenso de masas que terminaría con las dictaduras estalinistas en los países de Europa oriental y la URSS. La posterior restauración capitalista en aquel tercio de la humanidad no pudo revertir su crisis y decadencia. Por el contrario, desde 2008 atraviesa la crisis económica más grave de su historia. Se han profundizado la crisis de la hegemonía estadounidense y el desorden mundial. Avanza el fenómeno de la ultraderecha y se acelera la carrera armamentística en Europa, incluida Alemania, mientras Rusia sigue empantanada en su invasión a Ucrania por la resistencia del pueblo ucraniano.
Todo esto ha llevado al gobierno de Donald Trump a cuestionar los pactos y el orden de posguerra, e intentar una contraofensiva imperialista contrarrevolucionaria con el objetivo de reforzar la hegemonía estadounidense, derrotar las luchas de las masas, barrer sus conquistas y reforzar la explotación de la clase trabajadora.
Sin embargo, los pueblos del mundo, con lógicas desigualdades, continúan enfrentando las políticas de ajuste, saqueo y la opresión capitalista. Prueba de ello es la heroica resistencia del pueblo palestino contra el genocida Estado de Israel. La pelea sigue abierta.
Ver Correspondencia Internacional, Nº 54, abril-julio 2025