Por MST, sección de la UIT-CI en Chile
15/11/2025. Las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias serán el escenario en el que se expresarán parte importante de las profundas contradicciones del Chile actual. La pregunta central no es quién ganará sino bajo qué condiciones se dará ese triunfo. El continuismo del gobierno de Boric, o el aterrizaje en la Moneda de la derecha, incluso la ultraderecha. Ninguno será nuestro gobierno, y contra todos tendremos que continuar organizándonos y movilizándonos, pero debemos comprender a fondo lo que sucederá en las urnas el 16 de noviembre.
El que gobierna pierde.
Desde hace 15 años se ha instalado una dinámica que aplica sin excepciones: la coalición política que gana el gobierno, lo termina perdiendo en la próxima elección. Así se han intercalado el poder la derecha y la centroizquierda en las últimas 4 administraciones. No es un hecho azaroso. Los crecientes problemas sociales, económicos y políticos que sufrimos millones de familias trabajadoras no pueden ser resueltos por los mismos gobiernos capitalistas que los imponen.
La profunda desigualdad social, el antidemocrático sistema político, el modelo económico extractivista y privatizador que nos impusieron, provocó una ola masiva de radicales protestas en la rebelión popular de 2019. Los males del capitalismo chileno quedaban en evidencia en las voces de millones de víctimas que lo padecemos a diario. Seis años después, con el gobierno de Boric junto a la ex concertación, el Frente Amplio y el Partido Comunista, ninguna de las demandas exigidas en las calles fue resuelta. Al revés, se avanzó en la senda del ataque capitalista de los ´”30 años”, de la mano de la derecha en el congreso.
De nuevo, la decepción de millones con el actual gobierno marcará el curso de la votación. El gobierno de Boric agotó, en gran parte, las constantes promesas de “cambio y transformación” que nunca se llevan a cabo, y esto ha provocado la ruptura de gran parte del electorado. La derecha tradicional, que también es víctima del rechazo popular después de los desastrosos gobiernos de Piñera, han dejado un espacio que viene siendo ocupado por la ultraderecha de Kast y Kayser.
El avance de la ultraderecha chilena es un espejismo. Su discurso conservador y de brutales ataques económicos contra las familias trabajadoras y los pueblos no son la base de su posible apoyo electoral, sino el resultado de una campaña que busca capitalizar el miedo a la delincuencia y los prejuicios xenofóbicos contra las comunidades migrantes. No es un giro social hacia posiciones de derecha, sino un voto de protesta contra las viejas colaciones política de los 30 años.
No debemos minimizar el ascenso de la ultraderecha.
El avance de la ultraderecha está muy lejos, por el momento, de augurar la “llegada del fascismo”. Los candidatos de este sector tendrán la misma tarea que los gobiernos hasta hoy, que no es otra que la de administrar ataques económicos contra las familias trabajadoras, los pueblos y el medioambiente. En este caso, ese ataque será más abierto y descarnado. Esta contradicción chocará de lleno con el intento de transformar el voto protesta en una masiva base social reaccionaria que apoye su agenda antiderechos y sus discursos de odio, por más que puedan hacerlo parcialmente reorganizando al pinochetismo y sectores facsistoides que siempre han existido minoritariamente en el país.
No debemos minimizar este curso que tomará el posible próximo gobierno si gana la ultraderecha. Que no tenga las condiciones para imponer todos sus planes, no quiere decir que no intentarán avanzar en ese sentido. Sobre todo, si obtienen mayoría en el congreso, con todos los medios de comunicación a su favor, y sobre todo, con los capitalistas aprovechando a ese gobierno para terminar con conquistas democráticas y laborales.
¿Debemos apoyar la continuidad del gobierno de Boric?
Ante la desesperación del claro avance electoral de Kast y la ultraderecha, muchos activistas sociales y sindicales se resignan ante el único camino que creen posible para detenerlo: el apoyo a Jeantte Jara, candidata del actual gobierno. No hay nada de arbitrario en esta opción de honestas y honestos compañeros, que entienden con claridad que es la única con posibilidades electorales contra Kast. Sin embargo, es una opción equivocada.
El ascenso de la ultraderecha, como venimos diciendo, avanza por el camino que le ha abierto este gobierno. No sólo porque Boric y Jara no cumplieron ninguna de sus promesas, y gobernaron con una agenda absolutamente capitalista: aprobaron el infame TPP-11, militarizaron Wallmapu contra el pueblo nación Mapuche, salvaron el modelo de salud privada con su apoyo a las ISAPRES, impusieron una reforma de pensiones a favor de que siguieran existiendo las AFP, aprobaron leyes represivas contra las movilizaciones y de impunidad de carabineros y militares represores, y una gran etc. De groseras medidas y leyes apoyados descaradamente por la derecha.
Lo más escandaloso es que han defendido públicamente a Piñera como “un gran demócrata”, reivindicando lo que hizo durante la rebelión popular de 2019. Un discurso que ha tenido frases oficiales de gobierno explicando que su gran logró fue “normalizar al país” por el camino de los acuerdos, reafirmando que los odiados 30 años son la única senda por la que el país puede crecer. Nada más ni nada menos que una apología de los gobiernos que han hundido a millones de familias trabajadoras y populares en deudas para sobrevivir mes a mes, que vienen liquidando el medioambiente, y que le han entregado el país al imperialismo yanqui y las multinacionales.
El miedo al posible gobierno de Kast es usado para conseguir apoyo a Jara, una candidata que se ubica la mayoría de las veces a la derecha de las posiciones de Boric. Sus intervenciones públicas van desde desconocer el programa con el que se presentó a primarias, que no tenía nada de radical, para tomar lo más reaccionario y podrido de la ex concertación. Este callejón sin salida sólo busca reafirmar en la consciencia de miles de honestas compañeras y compañeros, que sólo podemos optar por alguna forma de capitalismo dominando el país, y que el resto es una simple utopía, o peor aún, es “hacerle el juego a la derecha”.
Debemos prepararnos para enfrentar a la ultraderecha en las calles.
Lo vienen demostrando las y los migrantes en EEUU contra Trump, sectores de la clase trabajadora en Argentina contra Milei, y muchos países del mundo contra el genocida Netanyahu: el único camino real para oponernos a la ultraderecha estará en las calles, y dependerá del nivel de organización, unidad en las luchas, y movilizaciones que seamos capaces de construir desde ahora. Porque no debemos olvidar que esos países también han demostrado que la centroizquierda, una vez que es oposición parlamentaria, deja gobernar a esa misma ultraderecha que dice odiar, tratando de convencernos que debemos esperar a las próximas elecciones presidenciales para detener sus ataques.
No es un camino que parte hoy, porque dependerá de la unidad de organizaciones y activistas que hace años damos la lucha para defender a la clase trabajadora, los pueblos y el medioambiente de forma separada y dispersa. Se trata de unir experiencias, de sumar en una sola dirección, de construir un referente unitario y común para impulsar movilizaciones, pero también para construir un referente político electoral que permita aprovechar la decepción con el gobierno de Boric y sus partidos hacia una organización que realmente sirva como una herramienta para representar nuestras más sentidas necesidades.
Es en sentido que muchas candidaturas, entre ellas las de la Izquierda Ecologista y Popular, se han levantado por fuera del gobierno y las derechas, desde el mundo de las y los trabajadores, la lucha en los territorios y el ecologismo, como expresión de la necesidad urgente de contar con candidaturas que realmente lleven nuestras demandas al congreso, pero sobre todo aporten a la organización y movilización para realmente conseguir que sean resueltas.
Sin duda, esa unidad tendrá una tarea inmediata a partir del lunes 17 de noviembre: discutir qué hacer ante una posible segunda vuelta presidencial. Para nosotros y nosotras, se trata de buscar una amplia y democrática discusión entre organizaciones y activistas para definir una posición común, y una respuesta publica que muestra que por fuera de los bloques políticos que se disputan el gobierno en esa segunda vuelta, existe el universo de organizaciones sociales, sindicales, territoriales, ecologistas y políticas.
