Por MST, sección de la UIT-CI en Chile
19/11/2025. El triunfo electoral de la ultraderecha y la derecha en las elecciones del pasado domingo 16 de noviembre, arrasando en el congreso y como gran favorita para ganar la segunda vuelta presidencial, han encendido las alarmas dentro y fuera del país. A 6 años de una histórica rebelión popular, estos resultados parecen contradecir el profundo malestar social en el país de ese momento. Sin embargo, es la continuación de ese malestar la clave desde la que leer los resultados en las urnas, y las posibilidades que se abren en un futuro próximo.
Un giro electoral categórico.
Los resultados no dejan dudas del giro electoral hacia la derecha. El 85% del padrón acudió a las urnas, marcando una jornada con la más alta participación desde principios de los años 90. De estos 13,5 millones de votantes, sólo el 3,74% dejo en blanco o anuló su voto. El resto apoyo a una de las 8 candidaturas presidenciales que se presentaron en la papeleta. El 70,3% apoyo a alguno de los 4 candidatos opositores (derecha) al actual gobierno de Boric, y el 29,97% a candidaturas de centro izquierda o izquierda.
En las derechas, el vencedor es el ultraderechista José Antonio Kast con 23,92% de los votos; desde la otra vereda la candidata comunista del gobierno de Boric, Jeannette Jara, avanzó con el 26,85% de los sufragios. En términos numéricos, resultan prácticamente irremontables estos resultados para segunda vuelta, contabilizando que la derecha y ultraderecha más dura (Kast, Kayser y Matthei) logran 51%, y una gran parte de la votación de Parisi irá hacia este mismo sector.
En las votaciones parlamentarias los resultados fueron igual de claros. Las derechas se hacen con el control total de la Cámara de Diputados y Diputadas, puesto que controlarán 90 de 155 escaños. los pactos de derecha más el PDG ya tienen el 59% para aprobar las leyes simples, leyes orgánicas (78 votos) y reformas a la Constitución (89 votos). En el Senado, la derecha será mayoría, pero por un margen mucho menor. Por lo tanto, estamos ante el mayor triunfo electoral parlamentario en la historia de la derecha.
Descalabro del gobierno de Boric, y caída de la derecha tradicional.
La jornada de votación expresó dos hechos de primera importancia en la política nacional. El primero es el descalabro de las listas del gobierno de Boric, que iban desde la ex Concertación hasta el Partido Comunista y el Frente Amplio. Los resultados presidenciales de su candidata se enmarcan en los peores desde el retorno a la democracia, puesto que ni siquiera pudo alcanzar el tercio histórico de votación para su sector. A nivel parlamentario el retroceso es brutal, quedando con apenas 41% de los escaños en la Cámara Baja (64 parlamentarios), sumidos en la completa irrelevancia para empujar o detener leyes.
Desde la otra vereda, la derecha tradicional que durante décadas domino a la oposición e incluso gobernó en dos oportunidades desde la salida de la dictadura de Pinochet, obtuvo los peores resultados desde 1990. Su candidata presidencial, Evelyn Matthei, quedó en quinto lugar con apenas el 12,6% de los votos, y en términos parlamentarios quedaron atrás de las bancadas de la ultraderecha (34 escaños contra los 42 de la ultraderecha). De hecho, incluso por atrás de las bancadas del actual gobierno.
El avance de la ultraderecha se da producto de la masiva ruptura electoral con los partidos del gobierno de Boric, pero también con los de la derecha tradicional. Los viejos partidos que administraron el país hasta hoy son los grandes perdedores de la jornada, que marcó el impulso de una fuerza política que busca canalizar el descontento social hacia programas ultra neoliberales y conservadores.
Las razones de fondo que explican este giro electoral.
¿Cómo se pudo canalizar el masivo descontento social de 2019 hacia la actual votación para la ultraderecha? No es una casualidad. Las razones que provocaron el estallido social, tales como la profunda desigualdad social, la corrupción de las instituciones del Estado, los desamparos ante problemáticas sociales siguen totalmente presente. Incluso muchas de ellas se han profundizado con los años.
El gobierno de Boric, como lo hicieron sus antecesores de la Concertación y la derecha tradicional, no sólo no dio ninguna respuesta a esos problemas, sino que se dedicó a administrar un modelo económico que obliga a millones de familias trabajadores a endeudarse para poder llegar a fin de mes, con derechos sociales casi totalmente privatizados. Todos los datos muestran que, a seis años del estallido los trabajos son más precarios, la vida es más cara, y dificultades diarias para “las personas de a pie” se multiplican.
Boric no sólo insistió en defender “la política de los acuerdos” de los gobiernos de los 30 años, sino que reivindico lo que hizo el gobierno de Piñera durante la rebelión popular tildándolo de “gran demócrata”, y vociferando que su propio gobierno tiene entre sus grandes triunfos “normalizar al país” de la violencia de las movilizaciones.
Apoyo la grosera campaña mediática de que Chile se hunde en una ola de delincuencia, totalmente orquestada por la derecha. Mientras las cifras de delitos reales son cientos de veces menores a las de la sensación de peligro que tienen las personas, utilizó ese temor para desviar la mirada de los problemas sociales más urgentes, aprobando junto a la derecha una batería de leyes represivas y de impunidad a Carabineros, llegando incluso a militarizar durante toda su administración al territorio Mapuche sosteniendo que era para terminar con “el terrorismo en el sur”.
La ultraderecha no sólo supo aprovechar el descontento social provocado por el gobierno de Boric y sus partidos, sino que se mostró como la opción más radical de una forma de gobernar que el mismo gobierno actual viene aplicando hace años. Sencillamente, Boric y la derecha tradicional allanaron el camino que hoy recorre tranquilamente Kast y sus huestes. El monstruo ultra conservador que se yergue en el horizonte próximo, fue creado en las fauces de un modelo económico y político podrido, defendido a ultranza por los partidos del gobierno y sus aliados de la derecha.
La contradictoria debilidad del nuevo gobierno.
No es un secreto que los millones de votos que se volcaron contra el gobierno apoyando a la ultraderecha son la viva expresión de descontento social contenido. Mayoritariamente, están muy lejos de expresar giros sociales hacia programas ultra conservadores y ultra neoliberales. La historia del último gobierno de Piñera, que canalizó el odio a la ex Concertación, pero que dos años después fue víctima de ese mismo rencor social durante la rebelión popular de 2019, está demasiado cerca como para olvidarla. Kast lo sabe, todas y todos los políticos y empresarios del país lo saben… y lo dicen.
La coyuntura que abre el triunfo electoral de la ultraderecha no es un cheque en blanco. Las mismas necesidades sociales que empujaron la ruptura con el gobierno de Boric, no sólo no serán resueltas por Kast, sino que serán profundizadas por un recorte fiscal brutal en derechos sociales, sumado a los intentos por aumentar las ganancias empresariales liquidando derechos laborales y democráticos. Marcando una contradicción insalvable que hará de la “luna de miel” con el gobierno de Kast una cuenta regresiva desde el primer día.
A esto debemos sumar la debilidad profunda del actual bloque de partidos en el gobierno, y próxima oposición parlamentaria, rechazados masivamente en estas elecciones y que jugaran un rol absolutamente irrelevante en las cámaras del Congreso. Su capacidad de detener movilizaciones contra Kast para defender el régimen capitalista chileno no sólo es menor que ayer, sino que debe ser la más crítica desde hace más de 30 años.
A organizar la resistencia contra Kast desde los sindicatos y los territorios.
La única oposición posible al nuevo gobierno de ultraderecha será desde las movilizaciones, y del nivel de organización dependerá cerrarlo el paso o no a los ataques de Kast. Los datos electorales del domingo 16 de noviembre son lo bastante claros como para entender que la urgencia en estas tareas no puede esperar un minuto más.
La oposición se medirá por cuantas organizaciones sociales, sindicales, ecologistas, territoriales y políticas entremos en un camino de unidad que nos permita coordinar luchas, y defendernos como un solo puño ante las arremetidas de la ultraderecha. Mientras antes de funde un frente nacional contra el nuevo gobierno, mientras más rápido propague esa oposición y la estimule, y cuanto antes logre un programa unitario, mayores serán las posibilidades de derrotar a Kast.
La lista IZQUIERDA ECOLOGISTA POPULAR ANIMALISTA Y HUMANISTA, es una expresión clara de esa necesidad de unidad. Alcanzó casi 300.000 votos en las elecciones, y fue el único sector que de forma unitaria enfrentó las elecciones. No se trata de reproducir esta iniciativa, sino de asumir este camino abierto entre todas las fuerzas transformadores que nos presentamos a elecciones, que luchamos en los sindicatos y territorios, para fortalecer una oposición amplia y coordinada, democrática y anticapitalista contra Kast, las derechas y la falsa izquierda del gobierno de Boric y sus partidos.

































