Por Miguel Lamas, dirigente de la UIT- CI (para El Socialista)
La invasión imperialista de Putin a Ucrania, el 24 de febrero de 2022, y antes la pandemia de Covid-19, son producto de la crisis capitalista mundial y a la vez la profundizaron enormemente. Subieron los precios de la energía y alimentos, crecen la desigualdad social y el hambre, se agrava la crisis ambiental. Ante ese desastre se está produciendo una ola de rebeliones populares y poderosas huelgas en los cinco continentes. La perspectiva es que este proceso continúe en el 2023.
En el 2021 la ONU declaraba que había 828 millones de personas que padecen hambre, y 2.300 millones estaban en situación de inseguridad alimentaria. ¡O sea, el 30% de la población mundial! En el 2022 la guerra de Ucrania lo empeoró.
Esta crisis llegó a los países imperialistas. El aumento del costo de vida, del gas y electricidad lo sufren la clase trabajadora y sectores populares también en Europa. Mientras se extiende el trabajo precario sin derechos laborales, especialmente entre los jóvenes.
La crisis económica capitalista
Mientras, muchas de las más grandes empresas multinacionales, en especial las de energía, tienen superganancias. En Gran Bretaña llegaron a una tasa de ganancia récord del 40%. La anglo-holandesa Shell ganó 11.500 millones de dólares en el segundo trimestre de este año, la yanqui Exxon Mobil llegó a 17.600 millones de dólares y la francesa Total acumuló, en el segundo trimestre de 2022, 9.800 millones de dólares.
Pero estas enormes ganancias de empresas multinacionales se dan en el marco de la mayor crisis del sistema capitalista en los dos últimos siglos. Es parte del funcionamiento del capitalismo qué en las peores crisis económicas y guerras una pequeña minoría tenga ganancias extraordinarias, aunque otros quiebren, y las y los trabajadores y pobres del mundo sean los que paguen la crisis.
Un informe de octubre del FMI indica que “lo peor está por venir”. Aseguran que un tercio de la economía mundial podría entrar en recesión en el 2023. Y que Estados Unidos, Europa y China, las tres grandes economías capitalistas, seguirán estancadas.
Crecen huelgas y rebeliones populares
La clase trabajadora y los pueblos salieron a enfrentar esta ofensiva de los gobiernos capitalistas en todo el planeta. Entre ellos el pueblo ucraniano, enfrentando al invasor ruso al que obligó a retroceder en muchos puntos de Ucrania.
En el Reino Unido siguen las huelgas de ferroviarios, y por primera vez en su historia hicieron huelga 300.000 enfermeras del sistema nacional de salud. En Francia, Bélgica, Grecia e Italia hubo huelgas, marchas y huelgas generales. En España crecieron las huelgas un 20% respecto al 2021. En Alemania hubo huelgas de centenares de miles de obreros metalúrgicos y de electricidad. Y en Estados Unidos el anuncio de los sindicatos de una huelga nacional ferroviaria provocó una “ley express”, aprobada por demócratas y republicanos en solo dos días en el Congreso, para impedirla, otorgando concesiones salariales menores por ley.
En mayo de 2022 fue la insurrección popular de Sri Lanka que derribó a un régimen dictatorial de años. Estuvo la rebelión del movimiento indígena de Ecuador contra el aumento de la gasolina. Las huelgas en Panamá. En Argentina triunfó la gran huelga de los obreros del neumático por su salario y hubo huelga de docentes y médicos residentes. En Venezuela volvieron las protestas sindicales contra el gobierno de Maduro. Y se produjo una nueva rebelión popular en Haití contra el aumento del combustible. En Perú crecen los cortes de ruta, movilizaciones y paros regionales en repudio al gobierno de Dina Boluarte y su represión.
En Irán el crimen policial de la joven Mahsa Amini desató una movilización revolucionaria que lleva meses.
Desde el 26 de noviembre estallaron protestas en ciudades y universidades de toda China contra la política del gobierno de “Covid cero” y de los confinamientos masivos obligatorios. Gritaban consignas como: “Queremos libertad” o “Xi Jinping dimisión» y “Partido Comunista dimisión”. Poco antes hubo una enorme protesta en la fábrica multinacional Foxconn (¡más de 150 mil obreros!) por salarios y contra el confinamiento (ver notas en página uit-ci.org).
Mayor crisis política por arriba
Esto provoca también un crecimiento de la crisis política de los gobiernos y regímenes. Los partidos burgueses tradicionales se derrumban o dividen, también entra en crisis la centroizquierda socialdemócrata, reformistas o “socialistas del siglo XXI” en Latinoamérica y movimientos como el peronismo en Argentina. Con sus matices, todos ellos se adaptan a la lógica capitalista de descargar la crisis con ajustes económicos sobre el pueblo trabajador.
Y también producto de este descalabro político es el surgimiento de corrientes neofascistas con peso popular, como Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, Giorgia Meloni en Italia y Milei en Argentina. Pese a que son un grave peligro que hay que denunciar y combatir, ninguno de estos movimientos pudo establecer hasta ahora una dictadura fascista contrarrevolucionaria, porque tropiezan con el mismo problema de la poderosa movilización de masas. En Estados Unidos la movilización, en mayo de 2020, ante el asesinato policial del afroamericano George Floyd desestabilizó a Trump.
El otro grave peligro de la crisis es que se amplíe la guerra en Ucrania o haya nuevas guerras. La invasión rusa a Ucrania desencadenó un gran conflicto y también una carrera armamentista. Se gastan 2,1 billones de dólares anuales en armas, solo Estados Unidos 800 mil millones. Es decir, hay un descontrol mundial que podría ocasionar nuevas guerras o, aunque sea poco probable, una tercera guerra mundial. Aunque las distintas potencias imperialistas no quieren una guerra, saben que no les traerá beneficios a ninguno. En particular Estados Unidos, que fracasó en la invasión de Vietnam, Irak y Afganistán. El caso del imperialismo ruso, acorralado por la crisis y posible derrota en Ucrania, podría intentarlo como medida desesperada. También es riesgosa la disputa de China con Estados Unidos por Taiwán. Desde ya denunciamos el armamentismo de todas las grandes potencias y estamos por la disolución de la OTAN.
Que la crisis la paguen los capitalistas y no los trabajadores
La gran carencia para superar la crisis con una salida revolucionaria al servicio de las mayorías trabajadoras es la falta de direcciones socialistas revolucionarias.
El gran desafío es formar esa dirección revolucionaria, con la inserción en la lucha social, con las demandas populares, uniendo y organizando a la vanguardia en partidos revolucionarios que enfrenten al orden capitalista en todas sus variantes. La perspectiva es lograr gobiernos de las y los trabajadores y un mundo socialista con democracia para el pueblo trabajador.
En ese camino, desde la UIT-CI hacemos un llamado a un plan de acción unitario en cada país e internacional en solidaridad con las grandes luchas como las de Ucrania e Irán, para derrotar la invasión rusa y para reclamar y lograr en cada país planes económicos de emergencia obreros y populares, por la estatización de las empresas de energía bajo el control de las y los trabajadores y usuarios. Para imponer altos impuestos a los grandes grupos empresarios y financieros; por el no pago de la deuda.
Para con todas estas medidas lograr aumentos de salario de emergencia y trabajo digno para toda la clase trabajadora, como parte de un proceso de lucha mundial contra el imperialismo, las multinacionales y sus planes de ajuste.
La movilización en Irán continúa
Desde el 16 de septiembre, que se desató la gran rebelión de las mujeres y del pueblo iraní en repudio al crimen policial de la joven kurda Mahsa Amini, hasta ahora, siguen las movilizaciones que cumplieron tres meses y se generalizaron a la juventud y trabajadores. Esto pese a la criminal represión del régimen, con 500 muertos, 18.000 presos y decenas de condenados a muerte. En la primera semana de diciembre hubo una huelga general. En las calles se grita “muerte al dictador” (por el “líder supremo”, el ayatolla, sacerdote islámico Alí Jamenei).