Por Trabalhadores Unidos, sección de la UIT-CI en Portugal
22/4/2025. Otra crisis política, otra ida a las urnas. Por tercera vez en tres años, Portugal vuelve a las elecciones parlamentarias – y todo indica que el resultado será el de siempre: una nueva versión del mismo desastre. Ya sea con Montenegro o con Pedro Nuno Santos, con el apoyo de la derecha radical o de la izquierda institucional, la política del régimen es siempre la misma: beneficiar a los millonarios a costa de la mayoría.
La caída del gobierno de AD no era inevitable. Fue un movimiento calculado, en un intento de evitar un desgaste prolongado y de capitalizar cierto margen de maniobra política antes de que el escenario se volviera aún más desfavorable. Al igual que hizo el PS en 2022, el PSD prefiere ahora lanzar al país a unas elecciones antes que enfrentarse a la lenta putrefacción de un gobierno incapaz de responder a las necesidades de la población. Y así continúa el círculo vicioso de la alternancia entre PS y PSD, cada vez más expuesto, cada vez más podrido, cada vez más inútil para quienes viven de su trabajo.
De hecho, desde 2019, ningún gobierno ha logrado completar su mandato. Tuvimos elecciones anticipadas en 2022, de nuevo en 2024 y ahora en 2025. Este ciclo constante de disoluciones es el reflejo del agotamiento de un sistema que ya no es capaz de generar consensos duraderos ni de garantizar la «estabilidad» que tanto gusta a los partidos del régimen. La dificultad para formar mayorías sólidas, el fracaso de las coaliciones y la permanente inestabilidad parlamentaria revelan un régimen en declive, en el que la crisis social y económica alimenta la desintegración política.
El gobierno de António Costa, a pesar de la mayoría absoluta que logró en 2022, cayó tras ocho años de gestión marcados por la subida del precio de la vivienda y el caos en el Sistema Nacional de Salud (SNS), desgastado por las huelgas en sectores esenciales como la sanidad y la educación. Su caída se precipitó por un escándalo de corrupción, pero el verdadero problema fue la acumulación del descontento popular ante un gobierno que ya no representaba a nadie más que a los intereses de la cúpula.
La situación de Montenegro era distinta. A pesar de la fragilidad de su gobierno en minoría y de que desde el principio se anticiparon dificultades sobre si sería capaz de llegar hasta el final de la legislatura, lo cierto es que tras superar la primera gran prueba -la aprobación del Presupuesto del Estado para 2025- comenzó a dibujarse un escenario de relativa estabilización. El Gobierno mostraba cierta resistencia, incluso se observaba una ligera recuperación de su popularidad y, en términos políticos, parecía posible que aguantara al menos hasta la votación del Presupuesto del Estado para 2027. Su caída fue, por tanto, inesperada para muchos.
Pero más que una crisis inevitable o impuesta por las circunstancias, la caída del Gobierno de AD fue en realidad deliberada. Montenegro prefirió convocar elecciones anticipadas ahora, cuando aún le quedaba algo de aliento político, en lugar de arrastrar los pies hasta verse consumido por una comisión parlamentaria de investigación y nuevos casos y polémicas. También por parte del PS, a pesar de compartir con el PSD el compromiso de garantizar la estabilidad necesaria para que los negocios de la patronal se desarrollen -asegurando que las reformas laborales, los bajos salarios, la contención social y la explotación continúen sin problemas-, se está haciendo insostenible afirmarse como alternativa continuando sirviendo de muleta a AD.
Si la alternancia entre PS y PSD sigue siendo uno de los principales mecanismos de legitimación del régimen, esta ilusión de diferencia entre ambos se hace cada vez más difícil de sostener cuando un partido dedica su tiempo a permitir el gobierno del otro. En este contexto, la convocatoria de elecciones no es sólo el reflejo de una crisis cíclica, sino el resultado de un sistema político cada vez más incapaz de garantizar su propia estabilidad. En este contexto, las elecciones de mayo no resolverán nada.
El PSD, liderado por Luís Montenegro, ha rechazado cualquier entendimiento con Chega, manteniendo su discurso de «línea roja» ante la extrema derecha. Sin embargo, la presión para formar una mayoría podría poner a prueba esa línea, sobre todo si André Ventura sigue condicionando el debate público y se presenta como «inevitable» para una solución por la derecha.
Chega, por su parte, juega un doble juego: dice que PS y PSD son lo mismo, al tiempo que ruega al PSD un puesto en el gobierno. Iniciativa Liberal, por su parte, intenta posicionarse como socio estable y racional del PSD. El voto a favor de la moción de confianza en el actual gobierno muestra un claro intento de presentarse como una fuerza «gobernable», capaz de contribuir a una coalición de derechas.
Por parte del PS, Pedro Nuno Santos ha presionado a favor del voto útil para evitar un gobierno de AD, manteniendo al mismo tiempo la posibilidad de «diálogo con todas las fuerzas progresistas», lo que incluye al BE, al PCP y a Livre. La izquierda parlamentaria, por su parte, compite por el papel de muleta más relevante para presionar al PS a ser lo que no es y nunca será. Como es habitual, el BE y el PCP mantienen el discurso de que no favorecerán gobiernos liberales ni de derechas, pero no descartan acuerdos con el PS, y el más directo Livre emerge como el socio más disponible para un acuerdo postelectoral.
En medio de la fragmentación, lo más probable es que el próximo gobierno dependa de acuerdos y coaliciones parlamentarias inestables, con chantajes constantes al PSD por parte de la extrema derecha o concesiones imperdonables al PS por parte de la izquierda. Por eso, ninguna de estas soluciones que pretenden dar mayor estabilidad a un gobierno del PSD o del PS representa una alternativa real para los trabajadores y la juventud. Para la mayoría de la población -trabajadores, jóvenes, pensionistas, inmigrantes- cualquiera de estos gobiernos significa más de lo mismo: salarios bajos, alquileres por las nubes, precariedad, degradación de los servicios públicos y represión creciente.
Las elecciones anticipadas no son un signo de vitalidad democrática. Son el reflejo de un régimen agotado que ya no puede ocultar su propio fracaso. La inestabilidad permanente, la creciente crisis social y la desesperación generalizada demuestran que el régimen surgido del 25 de noviembre está en descomposición: comprometido con los intereses económicos, es incapaz de ofrecer una salida a los jóvenes, a los trabajadores, a los que están siendo expulsados de las ciudades o del país.
Mientras, la extrema derecha crece, explotando la frustración generada por décadas de traición. Pero lejos de representar una solución, Chega y la Iniciativa Liberal quieren aplicar versiones aún más violentas del mismo programa de siempre: más explotación, menos derechos, más represión. Y la izquierda institucional, incapaz de romper con este régimen y de defender un programa radical frente a los gobiernos patronales, sigue esperando que se le conceda el papel de fuerza de apoyo del PS, incluso después de todo lo que ha hecho con el NHS, la vivienda, los derechos laborales y la juventud.
Lo que falta no es otro partido que viva por y para el Parlamento. Lo que falta es una alternativa real, construida sobre las luchas, con los pies en la calle y un proyecto político que se enfrente frontalmente a los intereses de las élites, que surja no para «parchear» el régimen, sino para hacerle frente. Una alternativa que no acepte seguir bailando el mismo disco rayado de la alternancia entre PS y PSD, ni que la extrema derecha sea el cauce de la revuelta social. Y que reconozca claramente que el problema no es sólo quién gobierna, sino el sistema al servicio de quienes gobiernan.
Necesitamos construir una alternativa que apunte a un nuevo proyecto para el país, con la clase trabajadora en su centro. Trabajadores Unidos es una herramienta para esta construcción – un nuevo partido, hecho para luchar, organizar y ganar. Porque no basta con resistir. Y este texto es una invitación: no te quedes escuchando el mismo vinilo de siempre. Únete a quienes están preparando una nueva canción. Una que hable de justicia, igualdad y revolución.