Muchos medios la bautizaron “la revolución de los paraguas” (porque es tiempo de lluvias y es el “arma” que llevan los manifestantes). Desde hace 3 meses las protestas fueron creciendo en la ciudad “Zona Administrativa Especial” de China, exigiendo que se vaya el gobernador y el derecho a elegir a sus gobernantes.
Escribe: Miguel Lamas
También se habla de “la primavera asiática” (comparándola con el gigantesco movimiento que surgió en enero de 2011 en los países árabes). El movimiento denominado Ocupy Central, de centenares de miles de manifestantes, se radicaliza semana a semana y está ocupando las principales áreas públicas de la ciudad. El lunes 29 de septiembre hubo una huelga general de trabajadores convocada por el sindicato HKTCU, el único independiente de China. El eje motor del movimiento son los estudiantes, en primer lugar los secundarios. El líder más reconocido de la protesta es Joshua Wong de sólo 17 años, dirigente del movimiento “Scholarism” (algo así como “los académicos”).
Cada represión, con gas pimienta, palazos y centenares de presos, sacó más gente a las calles. La británica BBC advierte que a la policía de Hong Kong no le van a alcanzar las 500 celdas que tiene. En las calles funciona una enorme red de autoorganización que provee de agua, alimentos y atención médica a los manifestantes.
En Hong Kong nunca hubo elecciones libres. Antes de 1997 los ingleses elegían al gobernador. La dictadura capitalista china (PCCh) venía gobernando Hong Kong desde aquel año, con un gobernador electo por un comité de unos 600 “notables”. Después de muchas protestas aceptó realizar elecciones libres universales. Pero el “detalle” fue que los candidatos deben ser aprobados por el Partido Comunista Chino en base a criterios tan subjetivos como tener “amor por China y por Hong Kong”. Sólo fueron autorizados 3 candidatos por el PCCh para las elecciones de 2017. Los manifestantes exigen elecciones libres, con pluralidad de candidatos y que se vaya el gobernador electo por 600 oligarcas.
Democracia y algo más
Como suele suceder, el reclamo democrático está ligado a la necesidad de un cambio social. “El profesor de la City University de Hong Kong, Toby Carroll, señala que uno de cada cinco habitantes de Hong Kong vive por debajo del umbral de pobreza, mientras que la desigualdad ha aumentado hasta uno de los niveles más altos del mundo. Los salarios no han aumentado en línea con la inflación, lo que significa que han caído en términos reales. El salario mínimo, que no fue reconocido hasta 2010, se ha fijado en HK$ 28 (US$ 3,60) la hora, menos de la mitad que en Estados Unidos. No hay derecho de negociación colectiva, no hay prestaciones de desempleo, ni pensiones. La semana de trabajo promedio es de 49 horas. Los precios de las viviendas se encuentran entre los más caros del mundo. La lista de personas que se han pronunciado en contra de Occupy Central es particularmente reveladora: el oligarca Li Ka-shing, del banco HSBC; las cuatro firmas contables más grandes del mundo, entre otras relacionadas con círculos de negocios (Ming Chun Tang, en www.sinpermiso.info). El año pasado hubo una dura huelga de los obreros portuarios exigiendo demandas a Li Ka-shing, dueño a su vez del puerto, uno de los más ricos de China.
La dictadura capitalista del PCCh en problemas
Aunque la demanda de elecciones libres es sólo para Hong Kong, la dictadura capitalista del PCCh sabe que si cede esto en Hong Kong, sienta un precedente peligrosísimo para su régimen en el resto de China. Por eso el poderoso dictador Xi Jinping se negó rotundamente a aceptar el pedido popular de Hong Kong. Los medios de comunicación chinos censuran todas las noticias provenientes de Hong Kong y dicen que están actuando “grupos terroristas financiados por extranjeros”. Mientras tanto, los supuestos “terroristas”, encabezados por adolescentes, ponen cartelitos en las calles pidiendo “perdón por las molestias” en las barricadas que levantan, juntan la basura del piso y ni siquiera pisan el césped de las plazas. Sus “terroríficas armas” son paraguas porque es tiempo de lluvias…
Desde 1989, cuando se reprimió brutalmente a los jóvenes en la Plaza Tien An Men, no surge un movimiento político de esta magnitud en territorio chino. Lo que sí hubo en los últimos tres años fueron potentes huelgas de obreros que trabajan en las multinacionales en diversos lugares de China, logrando en muchos casos importantes triunfos, mejores condiciones de trabajo y subas salariales. Que este joven movimiento obrero comience a politizarse y a cuestionar el dominio dictatorial del PCCh es lo que más teme la dictadura. La rebelión democrática de Hong Kong es parte de la lucha que está planteada en toda China por lograr terminar con la dictadura del partido único, por el libre derecho de huelga, de expresión, de organizar sindicatos, centros de estudiantes, partidos políticos y plena libertades democráticas. Por eso es que dentro de las posibilidades está la de una represión militar contra el movimiento.
Es necesaria la solidaridad internacional con la lucha de la juventud y los trabajadores de Hong Kong. En primer lugar de los sindicatos y organizaciones estudiantiles y de izquierda, denunciando cualquier intento represivo de la dictadura capitalista china del PCCh y exigiendo que se satisfagan sus elementales demandas democráticas de elecciones libres plenas.
Antigua colonia británica
Hasta 1997 Hong Kong fue un enclave británico en China. Fue ocupada por los ingleses después de la “guerra del opio” en 1842 en la que derrotaron al imperio chino de entonces. En 1997 la devolución a China de Hong Kong fue en base a un acuerdo en el marco de la restauración capitalista en China. Hong Kong fue y es uno de los centros financieros claves, con un rol central en el proceso de restauración capitalista. Para los británicos el gran negocio era participar en el festín de la restauración y semicolonización de China con sus transnacionales. Hong Kong fue la puerta de entrada para las transnacionales británicas.
La cesión a China se hizo en el marco del acuerdo “un país dos sistemas”, permitiendo ciertas libertades políticas en Hong Kong y sobre todo el compromiso del régimen chino de no tocar a su poderosa clase de banqueros, estrechamente asociados a las multinacionales, la banca mundial y los nuevos billonarios del resto de China.
Hong Kong tiene 7 millones de habitantes en apenas 1102 km cuadrados. El PBI per cápita anual es de 42.000 dólares. Sin embargo, esta riqueza estadística esconde, como suele suceder, tremendas y enormes desigualdades.