El fracasado golpe militar del 15 de julio dejó un saldo de unos 270 muertos, miles de heridos, cerca de 6 mil militares presos y miles de jueces destituidos. El autoritario gobierno de Erdogan salió fortalecido. El intento de golpe puso en evidencia la existencia de una crisis política en el régimen turco, crisis que podría seguir abierta y tener nuevos escenarios. Una de las peores hipótesis es que Erdogan fortalecido profundice sus políticas represivas hacia el pueblo kurdo y los trabajadores con el argumento de combatir la «sedición» y la defensa de la «democracia».
Escribe: Mıguel Sorans
Esta nota está basada en un informe enviado por el Partido de la Democracia Obrera de Turquía, integrante de nuestra organización internacional, la UIT-CI. Desde la misma noche del 15 de julio nuestra corriente internacionalista emitió uno de los primeros y pocos pronunciamientos de la izquierda mundial en repudio al intento del golpe militar. Nuestra postura fue clara: «No al golpe militar. ¡Defendamos los derechos democráticos del pueblo turco! ¡No al régimen represor de Erdogan!» Rechazamos el peligro de triunfo de los militares golpistas sin avalar políticamente al gobierno patronal represor de Erdogan.
1• Muchos sectores, por el odio justificado a Erdogan, hablaron de un posible «autogolpe» para desatar una nueva escalada represiva. Pero no fue una conspiración de Erdogan. Se trató de un intento de golpe real y muy serio.
2• El golpe no fue exitoso porque la junta convocante no logró volcar más fuerzas del ejército ni adhesión popular. Tampoco tuvo apoyo de los Estados Unidos ni del imperialismo europeo (UE), quienes se demoraron en pronunciarse categóricamente en contra, generando choques con el régimen. El imperialismo desconfía de la capacidad política de Erdogan para mantener una estabilidad política en un país estratégico en Medio Oriente. Por otro lado, la mayor parte de la burguesía turca y sus partidos tampoco lo apoyaron pese a los roces existentes. Viendo las imágenes daba la impresión que el golpe fue derrotado por una movilización popular, pero la realidad fue más contradictoria. El odio de los trabajadores, la juventud y el pueblo kurdo al régimen de Erdogan hizo imposible que esos sectores salieran a la calles. Aquellos que sí salieron son la base y el aparato del partido de Erdogan, el AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), quienes acudieron a su llamado. A dichas acciones se sumaron policías y sectores de los servicios del estado. Conforman una base bastante conservadora y reaccionaria: gritaban por Alá y pedían condenas a muerte. En uno de los puentes del Bósforo estos sectores degollaron a un soldado. El llamado de Erdogan a su base para salir a las calles fue una señal de debilidad, ya que a esa hora cierta neutralidad militar le impedía reprimir a los golpistas. Por otra parte, aunque el golpe no fue exitoso, fue una señal fuerte contra Erdogan, mostrando el tamaño de la crisis política y la fragilidad de su poder. A punto tal que desde el gobierno y las mezquitas se llamó a la gente para no dejar las calles.
3• Según el gobierno el golpe fue organizado por la comunidad islámica del clérigo Fethullah Gülen, quien está exiliado en los EE.UU. Su comunidad es algo semejante al Opus Dei en la Iglesia Católica, tiene 1000 escuelas en 130 países y hasta 2013 fue un aliado fuerte de AKP. Rompió con el mismo cuando medios de prensa ligados a Gülen denunciaron graves hechos de corrupción del grupo de Erdogan. Durante el período anterior una serie de oficiales del ejército vinculados a Gülen ascendieron y fueron ganando peso en la burocracia del estado. Desde entonces esta comunidad fue el «diablo útil» de Erdogan. Podría ser que una parte de los golpistas sean de esta comunidad, pero la composicion del frente golpista sería más amplia.
4• El golpe frustrado es parte de la crisis del régimen que se viene profundizando desde la rebelión popular de la Plaza Taksim de junio de 2013. Miles de jóvenes y sectores populares salieron a la calle en todo el país y Erdogan logró salvar su cabeza. La crisis expresaba un gran desgaste político ligado a los ajustes de una economía que sintió los efectos de la crisis mundial capitalista. Desde entonces Erdogan dio un fuerte giro represivo, rompió las negociaciones de paz con la dirección guerrillera kurda y buscó mayor poder político con un proyecto presidencialista, vía un intento fallido de cambiar la constitución. Las políticas represivas de Erdogan establecieron los factores objetivos de este intento de golpe. Después de lanzar la guerra contra los kurdos en la región del sudoriente de Turquía, el ejército comenzó a recuperar sus espacios en la escena política. El ejército se convirtió en el aliado más importante de Erdogan, lo que aumentó la autoconfianza de los sectores golpistas dentro del mismo. Otro factor importante que pudo haber acelerado el golpe fue el proyecto de reestructuración de la burocracia civil y militar que preparaba el gobierno para desplazar a sectores no leales al AKP.
5• Los partidos políticos opositores parlamentarios se opusieron al golpe y firmaron una declaración común. Entre ellos, el principal partido patronal opositor el CHP (Partido Republicano del Pueblo), socialdemócrata e histórico continuador de Kemal Atatuck, y el HDP (Partido de la Democracia de los Pueblos), alianza de izquierda prokurda. El HDP enfatizó que el lanzamiento de la guerra y las políticas represivas de Erdogan abrieron el camino al intento de golpe y exigió el reinicio del proceso de negociación. Pero Erdogan ni siquiera mencionó al HDP después del derrota del golpe, mientras que sí agradeció a los otros líderes de los partidos de la oposición.
6• Después del fallido intento de golpe había dos alternativas para Erdogan: disminuir la tensión política o aumentar la represión y su proyecto autoritario. Todo indica que eligió la segunda opción. Inmediatamente después de la derrota del golpe, el gobierno comenzó una masiva «limpieza» arrestando a 6.000 soldados -cientos de ellos oficiales- y despidiendo a casi 3.000 jueces y fiscales. Suspendió a 15.000 empleados públicos. El gobierno habla de la posibilidad de restaurar la pena de muerte para los golpistas. Estos pasos sólo polarizarán más la escena política y pueden alimentar nuevas crisis en el futuro próximo. Como bien lo señaló la declaración del Partido de la Democracia Obrera (IDP): «¡Es momento de defender nuestra libertad del golpismo y del régimen represivo de Erdogan! […] La única solución real, contra las dictaduras y la represión del régimen, es la movilización de las masas trabajadoras, de la juventud y las mujeres, los kurdos y todos los sectores oprimidos y explotados contra la represión y las políticas de saqueo junto a los esfuerzos del pueblo en la exigencia de derechos y libertades democráticas».