Con el Brexit sin resolver, el resultado de las elecciones profundiza la inestabilidad institucional y la fragmentación política de la Unión Europea. Se ha derrumbado el bipartidismo de la democracia cristiana y la socialdemocracia que ha sido el pilar de las instituciones europeas. La irrupción de liberales, verdes y la extrema derecha modifica sustancialmente el panorama y complica los equilibrios en el Parlamento Europeo. La inestabilidad que ya domina a la mayoría de capitales del continente se traslada a las instituciones europeas.
Por primera vez en la historia del Parlamento Europeo, conservadores y socialdemócratas no llegan al 51% de los escaños. Con una caída de 45 escaños de la socialdemocracia y de 41 del Partido Popular Europeo, estas formaciones no llegan a la mayoría absoluta. En Alemania, la CDU de Angela Merkel (-6’4%) y el SPD (-11’4%), que tenían el 62% de los votos, ahora suman el 44%. En Francia, el otro país central de la UE, ni la socialdemocracia ni la derecha tradicional llegaron al 9% de los votos. Gran Bretaña vuelve a ganar la extrema derecha (32%), los laboristas pasan a tercera fuerza (14%) y los conservadores a quinta (9%).
Continúa el hundimiento socialdemócrata
El resultado del Estado español es una excepción – con Portugal, Holanda, Suecia y Malta- en un hundimiento prolongado de las fuerzas socialdemócratas, arrastrado por su gran referente el SPD alemán, que gobierna con la derecha de Angela Merkel en la llamada Gran Coalición desde 2013. En otros artículos hemos caracterizado esta caída libre de la socialdemocracia como consecuencia de la crisis capitalista y la exigencia del capital de planes brutales contra la clase obrera. Una situación que no deja margen pararealizar mejoras que permitan contener la reacción de la clase obrera y las clases populares y apuntalar el proyecto político socialdemócrata.
Los verdes cogen el relevo de los Syriza –Podemos en la búsqueda de una alternativa de izquierda
En las elecciones europeas de 2014, el desgaste de la socialdemocracia lo capitalizaron formaciones que se presentaban como la izquierda alternativa y que de hecho eran nuevos agrupamientos surgidos del eurocomunismo. El máximo exponente era Syriza, que entonces prometía poner fin a la austeridad dictada por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y los Euro-grupos, que funcionaban al dictado del ministro de economía alemana Wolfgang Schauble, que convirtieron Grecia en cabeza de turco. Pero después vino el cambio de Syriza, que a pesar de haber ganado el NO al referéndum de 2015 contra los planes de rescate, acabó imponiendo el tercer programa de recortes: una traición en toda regla que ha dejado la clase trabajadora griega (y con ella la de los países del sur de Europa) sin alternativa. Igual que les pasó a sus predecesores, el Pasok y Nueva Democracia, ahora es Syriza quién paga el precio de los recortes en las urnas: el partido de Alexis Tsipras quedó 9 puntos por detrás de la derecha el 26 de mayo (coincidían elecciones europeas, regionales y municipales, y los resultados son parecidos). El batacazo es monumental y Tsipras se ha visto obligado a convocar elecciones legislativas anticipadas el 30 de junio, antes de que el desastre sea más grande.
A nivel europeo, el grupo del Izquierda Unitaria Europea – Izquierda Verde Nórdica ha bajado de 52 a 49 eurodiputados. A la pérdida de Syriza se suma la de Podemos en España y la del Movimiento 5 Estrellas en Italia, que gobierna con la Liga de Matteo Salvini y ha caído por detrás del partido socialdemócrata, que está sumido en una fuerte crisis. La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélénchon mantiene los resultados de 2014, pero queda muy lejos de las expectativas: con el 6,3% de los votos no consigue ser tercera fuerza y queda por detrás de los verdes e incluso detrás de la derecha, que vive su peor resultado electoral, y empatados con los socialdemócratas, también en horas bajas.
La crisis de la socialdemocracia y de las formaciones de la izquierda alternativa la capitalizan los verdes, que son el segundo partido más votado en Alemania, y el tercero en Francia, el segundo en Finlandia. También han obtenido buenos resultados en Irlanda, Bélgica, Holanda y Austria. El grupo verde en el Parlamento Europeo pasa de 52 a 69 eurodiputados, y se convierte en cuarta fuerza, impulsado por la preocupación por el cambio climático, que las movilizaciones de jóvenes en el centro y el norte de Europa han puesto en la agenda. En sus programas, los partidos verdes también abogan por aumentar los impuestos a las multinacionales y las tecnológicas, un enfoque humanitario en la cuestión de la inmigración y se presentan como feministas reclamando el fin de la brecha salarial y medidas contra la violencia machista. El otro gran triunfo de los verdes está en el Reino Unido, donde pasan del 10 al 18% de los votos porque han concentrado el voto anti-brexit de izquierdas. El único lugar donde los ecologistas no tienen buenos resultados es en la Europa del Este.
Liberales o la fragmentación de la derecha tradicional
La otra cara de la crisis del bipartidismo es la fragmentación de la derecha tradicional, con el auge de los liberales, que con 109 eurodiputados, se convierten en partido bisagra. Pero tocado por la crisis de los chalecos amarillos, el presidente francés Emmanuel Macron, que había hecho de la refundación de la UE su principal bandera, también ha sido derrotado en las urnas. Al día siguiente de las elecciones, el presidente español Pedro Sánchez – reforzado como uno de los pocos socialdemócratas que no ha fracasado – y Macron se reunían para explorar una alianza que acabe con el dominio de los conservadores del Partido Popular Europeo en las instituciones de Bruselas.
La extrema derecha continúa avanzando
A pesar de que el incremento de la participación y los buenos resultados de verdes y liberales impidieron que los partidos de ultraderecha subieran tal como apuntaban los sondeos, y sin llegar al 33% que les hubiera dado capacidad de bloqueo, no podemos minimizar el incremento que han obtenido en estas elecciones. Partidos de ultraderecha han obtenido la mayoría absoluta en la Hungría de Víktor Orbán, (62%: son 13 eurodiputados a los cuales el Partido Popular Europeo no quiere renunciar) y en la República Checa el 52%. La ultraderecha ha sido la más votada en la Italia de Matteo Salvini, en Francia,en Polonia y en el Reino Unido.
Marine Le Pen volvió a ganar las elecciones europeas en Francia (23.3%, con más de medio millón de votos por encima de los que obtuvo el 2014) pero a muy poca distancia del partido de Macron (22,4%). La ultraderecha francesa se consolida como primer partido en Francia, pero esto no se traduce en poder institucional porque se encuentra con el sistema de doble vuelta que permite formar frentes de mayoría contra Le Pen. El partido del Brexit, liderato por el ultraderechista Nigel Farage, también se impuso en el Reino Unido en plena crisis de los tories en el gobierno (que quedaron en quinto lugar, con el 9% de los votos) y con los laboristas (relegados detrás de los verdes) sin una política clara sobre el Brexit.
En el concepto extrema derecha hay claramente matices importantes, desde fuerzas neonazis como Alba Dorada, a fuerzas xenófobas y racistas como el Frente Nacional, o ultracatólicas como en Polonia. Por eso están divididos en tres grupos en el Parlamento Europeo.
Estos resultados son una clara amenaza para las organizaciones del movimiento obrero, para los movimientos sociales y para los derechos y libertades. Si es importante el incremento en votos también lo es la mimetización que provocan en los programas de otras fuerzas políticas, de manera que el conjunto de la política va tomando este sesgo más racista y xenófobo.
El resultado de las elecciones refleja también el principal problema de fondo: la carencia de una referencia de la izquierda revolucionaria a nivel europeo. Cuando la UE se ha convertido en una maquinaria de guerra social al servicio del capitalismo, para imponer su plan de salida de la crisis con recortes y privatizaciones en beneficio de los bancos, el desmantelamiento de las pensiones, la destrucción de los derechos de las trabajadoras y los trabajadores con las reformas laborales y los ataques contra los migrantes que atizan la xenofobia e impulsan y normalizan la ultraderecha, construir esta alternativa es tan urgente como necesario. En esto trabajamos desde la Unidad Internacional de las Trabajadoras y los Trabajadores – IV Internacional (UIT-CI).
*Lucha Internacionalista, sección del Estado Español de la UIT-CI.
3 de junio de 2019