Por MST, sección chilena de la UIT-CI
Las primarias presidenciales del domingo 18 de julio, marcaron un antes y un después para miles de luchadoras y luchadores sociales en el país. La rotunda derrota de Jadue, se transformó en una señal para quienes creían que estaba en juego la situación política en el país. Contra los análisis catastrofistas de sectores de centro izquierda afines, ahora sí quedó claro, al Partido Comunista, creemos fundamental oponer un balance desde una mirada revolucionaria.
Los datos y números que dejó el domingo.
En términos de datos, las primarias del domingo 18 de julio, fueron las más votadas desde que comenzó este tipo de sufragios en el país. Superando las votaciones del 2017, incluso las del 2013, este domingo acudieron a las urnas 3.143.006 personas. Dato importante, si sumamos que no participó la ex concertación, el bloque político que más gobernó el país en los últimos 30 años.
De estos votos, Apruebo Dignidad (PC-FA y otros) obtuvo 56,6% de los sufragios, con 1.750.889 votos. El favorito del sector, Daniel Jadue (PC) logró 692.862 votos, perdiendo frente a Gabriel Boric (FA) que recibió 1.058.027, transformándose en el candidato más votado de toda la jornada.
Chile Vamos (derecha) obtuvo 43,3% sufragios, o sea, 1.343.892 votos. Con 4 candidatos, los grandes perdedores fueron los dos partidos más grandes de ese sector (UDI y RN), y de ellos el gran favorito Joaquín Lavín. El ganador fue Sebastián Sichel, independiente que viene de las filas de la ex concertación, que obtuvo 659.416 votos.
Perdieron las expectativas en un camino de derrotas.
Más allá de las expectativas honestas de miles de luchadores y luchadoras, estas primarias presidenciales no expresaban ningún gran avance para el pueblo y la clase trabajadora. Es necesario detenerse en la campaña y el programa de Jadue para explicar este punto.
Partamos por su programa de gobierno, centrado en reformas superficiales al modelo económico, cuyo eje no era otra cosa que “más impuestos”. Por esto, Jadue fue muy enfático siempre en aclarar que no quería nacionalizar ni estatizar la propiedad privada del gran empresariado chileno y las multinacionales. Las riquezas naturales seguirían en manos privadas, así como la educación, la salud y hasta las jubilaciones. A lo máximo que llegaba, es a proponer levantar “opciones publicas” al lado del lucro y el robo de derechos sociales por parte de los empresarios.
Esto es central, porque ni Jadue, mucho menos Boric, planteaban grandes cuestionamientos al poder de los empresarios. Ninguno proponía un plan de luchas a nivel nacional para impulsar el cambio desde las calles, en momentos donde funciona la convención constitucional. De hecho, la declaración sobre la liberación de las y los presos políticos que fue aprobada en la convención, escrita de puño y letra por comunistas y frente amplistas, es absolutamente clara en que dicho organismo no es ni libre ni soberano, y por eso lo someten totalmente a los poderes del congreso, el gobierno y la justicia. O sea, a todo lo odiado por millones de personas en el país.
Esto no quiere decir que el gran empresariado no tenía preferencias entre los candidatos de la oposición. A todas luces, el deslavado programa de Jadue, y sus dobles discursos peleándose con el gobierno pero sin proponer ninguna salida de lucha, les eran tan agradables a los capitalistas como la sumisión del domesticado Boric.
Muchos luchadores y luchadoras honestos, olvidaron de pronto que el Partido Comunista de Jadue, ha sometido siempre al movimiento sindical y estudiantil a los designios del empresariado, y que incluso gobernaron como fanáticos bacheletistas en el gobierno de la Nueva Mayoría. Lo que ellas y ellos infelizmente olvidaron, lo recuerda muy bien el empresariado.
Nunca estuvo en juego los intereses de los empresarios y las multinacionales en estas elecciones, ni mucho menos lo que estaba en juego era el surgimiento de un gobierno que se opondría a su poder en el país. Ni por el programa de Jadue, ni por su campaña en estas primarias, ni mucho menos por la historia de traiciones del PC, era legítimo suponer algo así. Entendemos el entusiasmo de quienes creyeron ver un camino a favor del pueblo, tan sólo porque el candidato se decía comunista, pero debemos ser honestos, nada indicaba que esta es un PC distinto al que muchos y muchas luchadores vienen rechazando hace años.
La verdadera salida pasa por organizar desde abajo una candidatura.
El PC es parte de los partidos de los 30 años, gobernó junto a la ex concertación, y siempre llamó a votar por esos gobiernos. Junto a la derecha, esta trenza ha estrangulado al pueblo y la clase trabajadora en una situación intolerable de desigualdad social y abusos. La rebelión popular abrió una brecha de descontento y masivo rechazo a estos partidos, con especial eje en la derecha-concertación. Este fue uno de los saltos más espectaculares en la conciencia de millones.
El Frente Amplio y Boric no sólo no son nada nuevo, sino que son un frente al servicio de los empresarios y de los viejos corruptos partidos. Superarlos es la principal tarea que estaba puesta no sólo ahora que perdió Jadue, sino antes. Sobre todo hoy que para muchos es evidente que Boric no es alternativa. Lo que sucede es que ahora esta tarea toma un carácter de urgencia.
Como MST creemos que es fundamental llevarla a cabo, en un escenario aún más propicio que antes, donde estaba planteado que el PC y Jadue dirigieran todo el impulso de lucha hacia los derroteros institucionales para los que trabajan. Hoy, en cambio, ese peligro se ha disuelto, al mismo tiempo que ha despejado las profundas debilidades que debemos subsanar.
Es fundamental iniciar una coordinación nacional inmediata, convocada por la Lista del Pueblo, organizaciones políticas y sociales, para definir un programa y una candidatura independiente, que exprese las demandas más sentidas de la rebelión popular de 2019. A nuestro entender, con una claro carácter anticapitalista, y porque gobiernen en Chile y el mundo la clase trabajadora y los pueblos.