Por Simón Rodríguez Porras, dirigente de la UIT-CI
10/11/2021. Las calles desiertas el domingo 7 de noviembre, evidenciaron que el pueblo trabajador nicaragüense le dio la espalda al régimen dictatorial capitalista de Ortega y Murillo. La ruptura viene de tiempo atrás, especialmente con la rebelión popular de 2018, salvajemente reprimida por el régimen. Pero ha abonado al descontento la difícil situación económica ante la caída de los subsidios venezolanos y la crisis sanitaria por el manejo irresponsable de la pandemia por parte del gobierno.
La elección fue decidida antes de la votación, con el encarcelamiento de siete precandidatos opositores, en el marco del recrudecimiento de la represión a la disidencia. Más de 150 presos políticos languidecen en cárceles insalubres, donde se les niega la asistencia jurídica y médica. A ellos se suman los medios de comunicación cerrados y el control militar y paramilitar del territorio. El mismo día de la farsa electoral hubo detenciones arbitrarias de disidentes.
Cinco candidatos colaboracionistas, o “zancudos”, como los llaman los nicaragüenses, participaron para intentar legitimar la farsa electoral. De 6.6 millones de habitantes, 4.4 están habilitados para votar. Según encuestas realizadas en las últimas semanas, dos terceras partes habría votado contra el gobierno en elecciones con mínimas garantías. Las encuestas también indican que Ortega cuenta con solo 19% de apoyo. Mientras que las autoridades electorales atribuyeron 75,9% de votos a Ortega-Murillo, y anunciaron un 65% de participación, organizaciones de fiscalización electoral independientes calculan en 80% la abstención, lo que corresponde más a las imágenes de centros de votación vacíos y calles desiertas.
Tal fue la desesperación por transmitir una imagen de normalidad, que Ortega incluso suspendió la ley seca que tradicionalmente se impone en las jornadas electorales, para tratar de lograr que más personas salieran a los comercios y las calles. En plena jornada de votación, Ortega dio un discurso en cadena de radio y televisión atacando a quienes no lo apoyan, acusándolos de terrorismo y golpismo, y haciendo un llamado a la población a votar, supuestamente para evitar la violencia. Luego de anunciados los resultados, Ortega, visiblemente descompuesto por el fracaso de la jornada, dio un discurso en el que llamó hijos de perra a los presos políticos. Algunas de las personas presas son exdirigentes de la guerrilla del FSLN que lucharon contra el somocismo, como Dora María Téllez.
No es sorprendente que las únicas expresiones de apoyo internacional a Ortega y al proceso electoral fraudulento hayan provenido de dictadores burgueses como Maduro, quien prepara su propia pantomima de elección, o del régimen conservador y derechista de Putin en Rusia.
Como resultado de la farsa electoral, Ortega se atribuye la presidencia hasta el año 2027, con una mayoría absoluta en el parlamento, para el que fueron electos 75 diputados del FSLN y 15 de los partidos colaboracionistas. Con más de 100 mil exiliados y más de 150 presos políticos, el régimen aprieta las tuercas dictatoriales.
Desde la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional apostamos a la liberación del pueblo nicaragüense como resultado de su propia lucha contra la dictadura capitalista de Ortega, con la solidaridad de los pueblos centroamericanos y de toda Latinoamérica.
Como socialistas revolucionarios rechazamos la hipócrita posición del gobierno imperialista de los EEUU, que está impulsando una ley llamada “Renacer” para imponer sanciones económicas a Nicaragua, mientras al mismo tiempo apoya regímenes antidemocráticos y represivos en Honduras, Guatemala y Haití, en la región de Centroamérica y el Caribe, y en otras latitudes, al régimen de apartheid israelí o a la dictadura saudí.
La farsa electoral es una victoria pírrica para Ortega y Murillo, la última palabra la tendrá el pueblo nicaragüense movilizado unitariamente. Para esa salida obrera y popular a la crisis es fundamental construir una alternativa política de la clase trabajadora, la juventud, las mujeres y los campesinos.