Por Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI.
31/1/2023. El martes 31 de enero, millones de trabajadores franceses realizaron el segundo paro general del mes de enero con más de un millón de trabajadores y trabajadoras en las calles. El anterior fue el 19 de enero de similar magnitud. Las organizaciones sindicales no se apruebe reforma de ley de pensiones que aumenta edad jubilatoria de 62 a 64 años y exige 43 años de aportes para jubilarse.
Pero además, del descontento por el tema de jubilaciones, estos paros generales y movilizaciones masivas expresan el descontento y resistencia a la crisis económica que el capitalismo descarga sobre el pueblo trabajador, con salarios que pierden poder adquisitivo, que suben menos que la inflación, con aumentos enormes de los costos de la energía, con las carencias en la salud pública que se está privatizando.
Estas enormes huelgas en Francia son simultáneas con huelgas en Gran Bretaña y la ola de huelgas en toda Europa contra los planes de ajuste ante crisis capitalista en cada país.
Otro factor importante que logró esa masividad fue la unidad sindical. Los convocantes a estos paros y manifestaciones fueron la intersindical, una organización que reúne a las ocho centrales sindicales francesas CGT, FO, CFDT, CFTC y CFE-CGC, Unsa, Solidaires y FSU, y a cinco organizaciones juveniles. Esta Intersindical sindical es un importante paso adelante. Pero también es un intento de las burocracias sindicales de controlar el movimiento que tiende a desbordarlos. Hasta ahora la Intersindical, llamó a los dos paros generales, pero no convoca asambleas de base ni plantea un plan de lucha creciente, en caso de que el gobierno de Macrón se niegue a retirar su proyecto de ley de pensiones, como ya lo ha manifestado.
Además de los paros generales, hay otros días con paros sectoriales y planes de lucha específicos de refinerías de petróleo, energía, puertos, ferroviarios y docentes, también con la demanda central contra reforma de la ley de pensiones.
Los trabajadores de la electricidad organizaron lo que denominaron “Operación Robin Hood” (que según la leyenda quitaba a los ricos para darle a los pobres) en la que entregan electricidad gratuita a escuelas, universidades, hospitales y hogares de bajos ingresos.
Pelea desde hace décadas
El ataque al sistema de pensiones es una exigencia de los capitalistas franceses desde hace décadas. Ha formado parte de las agendas políticas de Chirac, Hollande, Sarkozy y de Macron desde que fue elegido presidente en 2017. El primer intento serio de la burguesía francesa de rebajar a las jubilaciones fue en 1995 con el infame “Plan Juppé”, derrotado por el movimiento de masas más importante sucedido en Francia desde mayo de 1968.
El actual presidente Macrón también lo intentó 2019-2020, provocando la oleada de huelgas más grande de las dos últimas décadas, incluyendo el movimiento casi insurreccional de los “chalecos amarillos” y una huelga ferroviaria de seis meses de duración que obligaron a su Gobierno a retirar su plan de reforma de las pensiones cuando este ya había sido aprobado por el Parlamento.
Hoy, presionado por los grandes capitalistas que quieren preservar sus ganancias ante la agudización de la crisis mundial, Macrón vuelve a intentarlo, aunque está más débil que en el 2019.
La necesidad de un plan de lucha nacional unificado
Los trabajadores de las refinerías y los de electricidad de la CGT están convocando o paro de 48 horas, después de 72 horas el 6 de febrero y proponen después una huelga indefinida “renovable” (que significa que periódicamente asambleas y plenarios resuelven si continuar la huelga). La CGT Puertos y Astilleros convocaron a una huelga el 26 de enero. En Educación, los sindicatos CGT y Sud llamaron a la huelga indefinida renovable a partir del 31 de enero, mientras que ferroviarios llaman a huelgas de 48 horas para los días 7 y 8 de febrero. Estas huelgas salieron en gran medida por presión directa de las bases.
Como lo plantean algunos sectores de izquierda y sindicales de base, para derrotar al gobierno y a su ley de pensiones hace falta un plan de lucha unificado y ampliar aún más la movilización hacia una huelga general indefinida. Y con ese objetivo impulsar asambleas de base y “asambleas interprofesionales” (como denominan en Francia a las asambleas que agrupan diferentes organizaciones sindicales) para resolver acordar planes de lucha unificados y también incorporar el conjunto de las demandas, apuntando a imponer un plan económico del pueblo trabajador para que los grandes capitalistas paguen la crisis.