Por Prensa UIT-CI
“La lucha deber seguir”-
Entrevistamos al joven luchador nicaragüense Yader Parajón, que fue parte de los 222 presos liberados en Nicaragua, el pasado 9 de febrero por la dictadura de Ortega-Murillo. Parajón fue liberado junto a la ex comandante sandinista Dora María Téllez, el líder estudiantil Lester Aleman y el dirigente campesino Medardo Mairena, entre otras y otros encarcelados por oponerse al régimen represor.
Yader Parajón es un reconocido luchador de los derechos humanos y miembro de AMA (Asociación Madres de Abril). Tiene 32 años y fue detenido en septiembre de 2021, tras haberse convertido en un defensor de los derechos humanos y la libertad en Nicaragua, tras la muerte de su hermano Jimmy fruto de la represión criminal de Ortega en la rebelión de abril de 2018. Jimmy tenía 35 años y fue asesinado en Managua el 11 de mayo de ese año de un tiro en el pecho cuando protestaba en el entorno de la Universidad Politécnica.
Desde entonces Yader levantó la bandera contra la impunidad de ese crimen, como el de otras 450 personas asesinadas y por la libertad de todos los presos y presas políticos. Formó parte de una “caravana internacional” que en julio-agosto de 2018 recorrió Perú, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil denunciando esos crímenes. En Argentina fueron recibidos en la sede de Izquierda Socialista, sección argentina de la UIT-CI. Allí se coordinó la realización de una charla de los miembros de la caravana en la Facultad de Ciencias Sociales, en la que expuso Yader y dos compañeras nicaragüenses. También junto a otras organizaciones, se realizó una concentración frente a la embajada de Nicaragua. Desde entonces Yader siguió su lucha hasta ser detenido en el 2021.
La entrevista fue preparada por Pablo Almeida, dirigente de Izquierda Socialista y miembro, en nombre de la UIT-CI, de la Comisión Internacional por la vida y la libertad de las y los presos políticos en Nicaragua. La comisión viajó a Costa Rica del 6 al 8 de julio de 2022 y llegó hasta la frontera con Nicaragua donde Ortega impidió su entrada.
Yader Parajón respondió a las preguntas, vía internet, desde los Estados Unidos, país al que fueron expulsados.
Pablo Almeida: Fuiste injustamente condenado a 10 años de prisión. ¿Cómo fue tu detención y tu juicio?
Yader Parajón: Mi detención se realizó en la frontera terrestre entre Nicaragua y Honduras, en el puesto migratorio Guasaule. Fui detenido el día 4 de septiembre de 2021 a las 5.26 de la mañana cuando yo me dirigía a la zona norte de Centroamérica. Fui bajado del autobús, cuestionado por mi participación en el activismo por los derechos humanos, qué estudiaba y cuál había sido mi involucramiento. Y sin ninguna explicación simplemente me dijeron, antes de ese cuestionamiento “usted no puede seguir su viaje, es una orden de arriba”. Y yo le pregunté a la gente de migración de quién era esa orden de arriba, y no me supo contestar. Simplemente me dijo “…es una orden de arriba y usted no puede seguir su viaje”.
Entonces me presentan una foto impresa de una protesta, publicada en un medio de comunicación y me comienzan a preguntar sobre mi participación, me mandan a una sala, y una hora después cuando el bus ya ha dado la orden de partida hacia Honduras, me comienzan a cuestionar otros cuatro oficiales y a preguntarme sobre el activismo de la caravana que hice en el Cono Sur con otras compañeras en el 2018. Ahí me tuvieron retenido dos horas más, comenzaron a revisar mi teléfono, a revisar mi maleta, me dijeron que iba a ser trasladado a la estación policial, a la cárcel de Somotillo, que es el municipio de Chinandega, fronterizo con Honduras.
Ya allí, fui golpeado por el investigador que se llama José Vallecillo que pertenece a las investigaciones especiales. Y me amenazó con un arma mecánica con que me iba a partir y perforar el pecho. Fui entrevistado, amenazado y golpeado físicamente por este inspector en un cuarto pequeño en las celdas de Somotillo.
Una hora más tarde me trasladaron desde Somotillo a Managua, la capital, a ser nuevamente investigado y paso al distrito número 3. Y ahí nuevamente paso un nuevo interrogatorio, los próximos 4 días (sábado, domingo y lunes) siendo golpeado en ropa interior por este mismo oficial, de una manera que está fanatizado. Me preguntaba que quién nos financiaba, que por qué habíamos dicho, según ellos, mentiras. Que por qué estábamos haciendo este tipo de cosas, desestabilizando el país, si “era un gobierno tan bueno”. Incluso tuvo comentarios homofóbicos adjudicando que había sido pareja de otros activistas juveniles, políticos y estudiantiles. Siguió la tortura física y psicológica.
Después de esos cuatro días me trasladaron a la dirección de auxilio judicial, mejor conocida como “El Chipote” y ahí siguieron los interrogatorios. Me amenazaban con apresar a mi papá, me decían “Si vos no hablas queres que te traigan a tu papá atado de pies y manos. ¿Qué vas a hacer si yo te lo traigo?” Yo simplemente contestaba “Yo nada, porque ninguno de los dos ha hecho nada malo. Esto es una injusticia”. Y fui obviamente humillado nuevamente por el tema de la diversidad, revictimizándome de que era mentira la muerte de mi hermano.
Mi juicio fue el primero de febrero del 2022. Fui el primero, de los 222 presas y presos, que fui llevado a juicio. Después de todo un juicio amañado, dónde particularmente mi aprehensión fue el 4 de septiembre y en el acta policial de ellos dice que fui detenido el 5 de febrero. Entonces hubo hasta una incongruencia jurídica de fechas, donde por un principio de nulidad todo el proceso judicial ha sido viciado. Y antes esa incongruencia, la ley nos permite que en ese principio de nulidad quedar plenamente nulo el juicio y yo ser liberado. Pero como los mercenarios de la ley se saltan las incongruencias, esto no ocurrió. Mi juicio duró más de 8 horas (desde las 8 de la mañana hasta las 6 o 7 de la tarde). Estuvo totalmente viciado, se veía la incongruencia del discurso, mis testigos en contra eran oficiales de policía de la dirección de auxilio judicial. Un proceso donde se miraban nerviosos, temerosos, porque se decía mentiras tras mentiras. Incluso hay contradicciones con el discurso de un primer testigo, con el discurso de un tercero y el discurso de un cuarto.
Satanizan el hecho de ser activista de derechos humanos, llamándonos terroristas; el hecho de tener alguna afinidad hacia al socialismo, diciéndonos traidores. Diciéndome directamente a mi traidor a la patria y eso por tener un pensamiento verdaderamente hacia el socialismo y a la lucha de los DD.HH.
PA: ¿Cómo eran las condiciones en la prisión que estuviste?
YP: Las condiciones tienen nombre y apellido. Yo estuve por más de un año en una celda de odio. Yo la titulé así, porque esa celda medía dos metros de frente por dos metros de fondo, donde solo cabía la cama de una losa de concreto, dividida por una pequeña pared, con el excusado que era un hoyo donde teníamos que hacer las necesidades. Una celda hermética totalmente, solo con una ventana de hierro, un techo de concreto, las cuatro paredes selladas. La puerta donde ingresamos era una puerta hermética de metal, solo teniendo una ventanilla de 22 centímetros de largo por 10 centímetros de alto, por donde se nos pasaba la comida. Las condiciones eran terribles.
Managua es una ciudad tropical muy caliente, donde el tema de la deshidratación en esa celda es terrible. No puedes ver nada, no puedes ver a nadie, teníamos prohibido, aún más los que estábamos en celdas de castigo, poder referirnos hacia otros compañeros que estaban en celdas abiertas, celdas de barrotes. Fueron condiciones inhumanas, donde el odio y falso clasismo se ensañó contra mí, por la diversidad sexual, y contra el líder campesino Medardo Mairena. El fue mi compañero de celda por más de un año, en esa celda de castigo. ¿Por qué digo que era de odio y clasista? Porque simplemente me lo hacían saber. Me decían “vos sos uno de clase baja, a vos te manipularon…” según ellos. Por el tema de la diversidad también, me hacían burlas, me hacían bullying sobre ese tema los entrevistadores.
Nosotros duramos más tiempo en esas celdas. Evidentemente cuando nosotros necesitábamos agua, los que estábamos en celdas de castigo como Medardo y yo, no se nos consultaba si íbamos a querer agua. El clasismo, evidentemente, económico, religioso y sexual, se evidenció como odio hacia mi persona, donde yo comenté que yo padezco de ansiedad y eso no les importó. Simplemente querían mantenernos dopados con ansiolíticos y yo renuncié a los ansiolíticos. Porque los primeros meses, en lo de salud, fueron muy duros, muy ácidos.
Entonces, así fueron mis condiciones, en esa misma celda tan chiquita, ahí dormía y con los olores del excusado ahí comíamos, y ahí mismo nos bañábamos. Recibíamos sol cada 10 o 12 días, no salimos al sol a diario. A veces no pasaban el agua, aunque se nos asegurase el agua del grifo. Permanentemente eran celdas oscuras, pero en mi caso también como parte de la celda, cuando hacía mucho calor se hacía un poco más insoportable, entonces terminamos en una colchoneta en esa losa sin mayor cosa. Las condiciones de sol, aunque nosotros demandábamos, simplemente decían que no estaba autorizado. No podíamos hablar. Teníamos que hablar bajito entre los compañeros de la misma celda. Y como mi celda era la última no tenía interacción aunque sea de una mirada, aunque sea con los compañeros que estaban en las celdas de barrotes. Incluso los compañeros que estaban en las celdas de barrotes no podían hablar entre otras celdas, estaba plenamente prohibido y te castigaban si te encontraban hablando en voz alta y te suspendían el derecho a sol.
PA: ¿Por qué crees que lograron la libertad, aunque tenga aberraciones como quitarles la ciudadanía nicaragüense?
YP: En primera instancia yo creo que lo logramos por la insistencia y perseverancia de las familias demandando nuestra libertad. No dudamos que se iban a activar, aunque no teníamos conocimiento pleno porque estábamos aislados en las celdas. Creímos que en algún momento se iba a lograr… O lo creía yo porque también la solidaridad latinoamericana hacia el socialismo iba a permitir al menos la activación de nuestras demandas internas y conseguir mejores condiciones. Esa era mi impresión durante lo que estuve ahí.
Yo creo que se logró por una presión, pero también hay otro factor interno que es la posible pero pausada implosión que se está encaminando cada vez más fuerte dentro de la militancia orteguista. Porque social y económicamente, la dictadura de Ortega es insostenible. Hay una cacería interna en el país de una manera aberrante, que está haciendo una gran ola migratoria hacia el Norte de América. Y esa falta de sostenibilidad social, la falta de capital humano, se la está complicando a la dictadura. Pero en el aspecto político, la misma implosión, porque hay personajes de la misma Corte Suprema de Justicia que han sido procesados, y de algunos otros poderes del país.
Yo creo que mientras crecen las complicaciones de Ortega, nosotros seguíamos con la alta moral que tenemos en la lucha por el derecho a las libertades de nuestro país, al derecho a la justicia y la verdad. Esas cosas han permitido nuestra libertad, aunque con la aberración del destierro. Un destierro que simplemente trata inútilmente, de una manera estéril, moralizar a los pocos que les quedan para asegurarles su permanencia en el poder. Y ellos conseguir la permanencia económica y política en el poder. Porque ellos aspiran a morir en el poder, aspiran a alcanzar 10 años más de lo cual nosotros sabemos que en Nicaragua no es viable eso. No es viable ni para los que están adentro de Nicaragua, ni para los que estamos afuera y seguimos en el activismo.
Entonces ya la dictadura se encuentra cada vez más acorralada porque ya no sabe, en su paranoia, en quien confiar y por qué confiar. Ya que, por la coyuntura nacional, cambia todos los días e incluso en su círculo familiar, su círculo de poder. Y en las disyuntivas que se encuentran entre las aparentes dos facciones que ejecutan el poder: el poder de Doña Rosario y sus allegados, y el poder de Ortega y sus allegados. Y las aparentes pugnas que se rumoran a nivel interno del país. Eso también, creo yo que, es un factor para que fuéramos expulsados.
PA: ¿Se supo en la cárcel de la actividad de nuestra comisión internacional que integramos con diputados, diputadas y dirigentes de diversos países?
YP: Muy poco. Debido al aislamiento total que en que nos mantenía la dictadura en cada una de las celdas, aunque estuviese acompañado como en mi caso por el dirigente campesino Medardo Mairena. En ese aislamiento, obligado a hablar bajo, entre compañeros de la misma celda, era peor aún castigado comunicarse con celdas vecinas, ya sea al frente o a los laterales. Entonces en ese fuerte aislamiento que duró más de un año, desconocíamos las noticias internacionales. Las visitas familiares tenían una irregular presentación; se podían dar dentro de 40 días, o 44 o hasta 55 días.
Después de la visita de agosto de 2022, no volvimos a recibir visita hasta noviembre de 2022. Estuvimos casi 90 días sin saber de nuestras familias. Entonces la poca información que se nos suministraba de parte de nuestras familias, era el activismo y que estábamos en la palestra pública y política a nivel internacional, en países como Chile y Argentina. Pero sin muchos detalles, porque nuestras familias, por temor solo lo nos mencionaban de manera general que se sigue hablando de Nicaragua fuera de ella. Pero específicamente sobre la delegación que participaron ustedes, compañeros y compañeras, diputados, con diferentes actividades como por ejemplo llegar a la frontera de Peñas Blanca, fue bastante poco escuchado por nosotros. Hablo de manera personal porque también nuestras familias en general tenían temor, porque nuestras visitas eran en cuartos muy solos, solo con dos familiares. Había grabadoras cuando teníamos visitas familiares.
Muchas cosas fueron no dichas por el temor de ser meramente apresados o que tuvieran represalias con nosotros de manera física, además de la tortura psicológica con el tema del aislamiento. Entonces por ese tipo de cosas la información internacional fue bastante breve o bastante poco suministrada. Ahora que ya salí me voy dando cuenta del mucho activismo que hicieron ustedes, compañeros y compañeras.
PA: El compañero Miguel Sorans, que integró en 1979 la Brigada de combatientes Simón Bolívar, nos comentaba que le parecía que la expulsión del país de ustedes fue parecida a cuando Daniel Ortega expulsó a la brigada hace más de 40 años. ¿Cómo fue? ¿Les comunicaron lo que iba a pasar?
YP: Fue de una manera sorpresiva, de mucha incertidumbre, de mucho miedo ya que estábamos plenamente dormidos, pasadas las 10/11 de la noche del día miércoles 8 de febrero. No se nos comunicó absolutamente nada, ni el día miércoles ni tampoco aún estando en el aeropuerto. Ningún oficial de policía nos comunicó directamente ni tampoco las autoridades del Chipote, o como bien se llama también auxilio judicial. Solo nos hicieron la logística para llegar al aeropuerto, pero nunca las autoridades, como el caso de la subcomisionada o el capitán Romero, jamás se nos facilitó esa información. Entonces eso provocaba mucha incertidumbre.
¿Cómo fue? Doy paso por paso. Pasada las 11 de la noche aproximadamente, porque teníamos una noción de la hora aproximada, ya que teníamos prohibido no solo la comunicación entre celdas, sino que también teníamos prohibido el hecho de saber el día y la hora. Entonces haciendo una suposición, pasadas las 11 de la noche, se nos llegó a tocar las rejas de la celda y a gritos nos decían “entréguennos los uniformes y pónganse esta ropa…”. Una ropa de civil con la cual tuvimos nuestra última visita, el pasado lunes 30 de enero y ya estaba en el Chipote esta mudada. Entonces, nos llegan a tocar y alarmarnos a todos, a despertarnos a todos y nos dicen de una manera rápida “Yader, entreganos el uniforme y ponete esta ropa…”. Yo somnoliento volteo a ver a la oficial y le digo “¿Qué pasó?”, y me vuelve a decir que le entregue el uniforme y que me ponga mi vestimenta. Evidentemente, veo que es la vestimenta del lunes 30, de mí última visita con mi papá. Yo asustado veo a otros compañeros que se están vistiendo de civil y me quito el uniforme y paso a ponerme la otra ropa. Y de ahí pasaron alrededor de 40 minutos, iba pasando el tiempo. Hasta que por medio de un listado comienzan a llamarnos y fuimos transferidos a unas celdas más grandes donde estábamos enumerados por bus. Desconocíamos cuál era nuestro paradero.
Eso tomó alrededor de dos horas más, estar esperando en grupos de hasta 17/20 presos en una misma celda, esperando todos de pie vestidos de civil. Solo nos dijeron “son grupo número 3”. Luego pasaron a llamarnos, una hora más tarde, por lista nuevamente y con ese número de lista te enfilabas a salir a uno de los parqueos del edificio, donde te dabas cuenta que había un bus blanco, totalmente forrado en los laterales, en las ventanas, y te iban subiendo por nombre. Un bus con las luces completamente apagadas, no sabías quién compartía ese bus, custodiado altamente con oficiales especiales de la dirección de operaciones especiales, tanto adentro como por comisionado. Había un dispositivo de seguridad donde cada bus llevaba alrededor de 4 patrullas policiales, custodiado aparte por 4 motorizados oficiales. Eso era cada custodio de bus. Una caravana hasta llegar a salir de esa zona, tomamos la carretera norte y con una incertidumbre porque nunca nos dijeron hacia dónde nos dirigíamos. Yo con mucho temor solo pensé que nos iban a subir a un avión o a un helicóptero y nos iban a tirar al mar. Solo se me venía a la cabeza ese temor impresionante de que nos podían desaparecer como les hicieron a muchos en la dictadura de Videla o de Augusto Pinochet. Entonces ese fue un temor.
El bus iba avanzando, con un dispositivo que dejaba una vía libre sobre la carretera; era a altas horas de la noche, alrededor de las 2 o 3 de la madrugada. Y nosotros sin saber a dónde vamos, porque es pista al aeropuerto pero también es pista hacia el sistema penitenciario, que es el más grande de Managua. Entonces no sabíamos hacía dónde nos dirigíamos hasta que entramos por una de las puertas de la Fuerza Aérea que colinda con la autopista del aeropuerto internacional. Y ahí volteo a ver a uno de mis compañeros de prisión que venía en el asiento de atrás, entre ellos Max Jerez y José Adán Aguerri. Y les digo “José Adán, Chano, Max, nos expulsaron…”. Cuando yo estoy viendo que estoy en la autopista del aeropuerto y veo un avión grandísimo. Y es lo único que se me viene a la cabeza “Max, José Adán, nos expulsaron…”, les vuelvo a decir por segunda vez. Y todo el mundo se da cuenta y se acongoja, porque te han expulsado de tu casa, te han expulsado de tu patria y eso duele mucho. Y muchos compañeros y compañeras derramaron sus lágrimas en ese momento, pero siempre manteniéndose muy firmes y muy dignos de convicción.
Pasaron, dentro de su logística, a nombre por nombre, hoja por hoja, haciendo constar, haciendo firmar un documento donde nosotros supuestamente de manera “libre” abandonábamos el país, y hacía referencia hacia a Estados Unidos. No fue consultado, solo nos dieron la orientación “firmen acá, no escriban ninguna consigna…”, o locura según ellos… “firmen y van desembarcando del bus”. Así fue, firmamos y luego pasamos a desembarcar del bus, uno por uno. Ahí había autoridades diplomáticas y políticas de EEUU. Fuimos recibidos por ellos, atendidos médicamente, presión arterial, oxímetro.
Y en un momento también se nos entrega nuestro pasaporte nicaragüense, que es nuestra única identidad hoy por hoy. Desde que estábamos presos, nuestra cédula de identidad nos fue quitada por la dictadura. Así pasamos a subir esas escaleras de ese avión. Eran emociones muy duras, muy encontradas. Era voltear a ver por última vez la capital… o penúltima vez, porque esperamos regresar.
Recuerdo que yo subí, cada paso por una grada, con mi mirada al frente con mi espalda erguida, voltee a ver en esa oscura madrugada el aeropuerto de Managua, de donde soy originario. Y me encontré con un mundo de emociones, que decía “estas libre Yader, posiblemente… pero dejas tu país”. Y sabía que dejaba mi país, dejaba a mi padre y eso me dolió mucho y subí, caminé por el pasillo del avión a buscar un asiento y un vaso de agua. Así fue, nunca se nos comunicó hasta el momento que firmamos y ya después nos dimos cuenta que pasábamos al avión.
PA: Nos imaginamos la alegría en el avión al encontrarse todos los liberados. ¿Cómo la viste a Dora Téllez, la histórica “comandante dos” de la revolución del 79?
YP: ¿Cómo vi a la comandante Téllez, la comandante dos? Ya con mucho cariño cuando logré salir de la celda del castigo comencé a saludarla de largo en el silencio, solo con gestos. A la cual le puse “Mi Guapa”, como un seudónimo. Porque fue una mujer valiente también mientras estuvo presa. Resistió estando aislada en la celda número 1 en el módulo de varones. Resistió día con día, y jamás perdió su identidad revolucionaria, su identidad de no ser sumisa y de siempre interpelar aunque estuviera aislada, aunque se le diese comida poco, aunque se le tardase cualquier cosa de medicina. Pero jamás demostró pleitesía. Jamás demostró reverencia.
En el avión lo primero que hice fue buscar a mis compañeras como Suiyen, como Tamara, como Dora, como Ana Margarita Vigil. Cuando la vi lo primero que hice fue decirle “Mi Guapa que lindo verte, te quiero mucho y te doy un abrazo”. Y le di un abrazo… eufóricos ambos. Y la miré, dolida y con unos ojitos nostálgicos dejando su país. Feliz a la misma vez por encontrarse con sus compañeras y su pareja. Pero a pocos momentos se sentía la vibra, su aura. Una mujer segura, de mucha firmeza y dignidad, aún estando presa y aislada. Y aún estando en ese avión, esa resistencia y esa dignidad la mantuvo durante el viaje. Sin dejar de mantener su voz firme y digna, crítica a la dictadura. Y con mucha, mucha, mucha convicción de que Nicaragua necesita ser libre. Necesita ser libre de la dictadura, necesita ser libre de la politiquería barata y que ella está ahí, resistiendo. Y aunque esta mirada denotaba nostalgia por dejar su patria, por dejar su casa, tenía de fondo, en el alma, mucha convicción de la democracia a la que hemos venido demandando y apelando.
PA: Somos de los que rechazamos que el régimen de Ortega-Murillo sea de izquierda. Es una dictadura al servicio de los explotadores que terminará cayendo. ¿Cómo ves el futuro de la lucha del pueblo nicaragüense?
YP: Qué te digo… Ortega no es de izquierda, es un gobierno que miente, que se ha prestado a los grandes poderes económicos aliados para desterrar a los campesinos, para desterrar a la clase obrera, para manipular por medio de pequeñas subidas de salarios.
¿Cómo veo el futuro de la lucha del pueblo nicaragüense? Aunque es cierto que no se puede permitir retornar a que siga la dictadura ni sus ademanes de los vicios políticos ni sus actos al servicio de los poderes de factos, económico y políticos, se debe pensar en una gran concertación nacional donde quepan todas las creencias ideológicas y religiosas para poder botar a la dictadura. Hoy por hoy más que un discurso frontal, tiene que ser un discurso donde rodeemos a Ortega por todos los flancos para lograr su derrumbe.
En el tema de la concertación nacional es vital una agenda donde lo primero que se debe restaurar es la institucionalidad del país. Es por eso que la lucha debe seguir, debe tomar un matiz de una verdadera y sincera unidad donde estemos todos los actores políticos, otros líderes sociales, activistas de Derechos humanos, líderes juveniles, partidarios, etc. Tengamos el compromiso de deponer el egoísmo y hacer una acción y una agenda propositiva dentro de esa concertación nacional donde le pueda dar una esperanza al pueblo de Nicaragua.
Hoy los que estamos desde afuera tenemos que trabajar por una verdadera unidad donde se ponga siempre, si o si, primero, segundo y tercer lugar, Nicaragua. Y por los hermanos y hermanas, compañeros y compañeras que se encuentran ahí adentro. Un verdadero interés por la unidad para devolverle la esperanza a Nicaragua, sin obviar que debe estar tomada de la mano con el principio de la democracia, de la representatividad y volver así a seguir empujando la caída de la dictadura. Porque la caída de la dictadura está pronto y yo creo que es posible solo con esta concertación nacional.
Creo y considero que el activismo que han logrado articular por la demanda de nuestra libertad, así como desde Argentina y otros compañeros de otras realidades, de otros países, ha sido fundamental para poder haber visibilizado la realidad de Nicaragua. Para demandar nuestra libertad, cosa que también se lo debemos a esta delegación que fue a Nicaragua y quiso ingresar. A Miguel Sorans y a otros compañeros y compañeras que impulsaron la campaña. Se la debemos a la resistencia del pueblo de Nicaragua también. Entonces, seguir la línea del activismo internacional y el acompañamiento de ustedes, es fundamental. Y hago un llamado directo a toda la comunidad internacional y a las personas que también tienen una posición ambigua a definirse ante la violación alarmante de los derechos humanos de nuestro país.