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El Mundo
Túnez: multitudinario funeral de opositor
Las exequias de Chokri Belaid transcurrieron junto con una huelga general convocada por partidos opositores y sindicatos. Sigue sin solución la crisis política a raíz del ataque.
Miles de personas siguieron este viernes en Túnez el llamado a una huelga general tras el asesinato del político opositor Chokri Belaid, y el funeral del dirigente de 48 años se convirtió en la mayor manifestación desde el final de la revolución que encendió la Primavera Árabe hace dos años.
Además del sindicato UGTT, que cuenta con 500.000 miembros, convocaron el paro cuatro partidos opositores, bajo el lema «Lucha contra el terrorismo». Solamente se mantuvieron los servicios indispensables para la población. En el aeropuerto de la capital fueron cancelados los vuelos y el transporte público sufrió importantes restricciones.
Cortejo fúnebre y gases lacrimógenos
Miles de personas se reunieron desde la mañana en un centro cultural de la ciudad de Túnez para seguir el cortejo fúnebre de Belaid. Hacia el mediodía comenzó la marcha en dirección al cementerio para el entierro, en un funeral de Estado con honores militares.
Funeral y protestas en Túnez
El gobierno de París había ordenado el cierre de las escuelas francesas por temor a incidentes. Y en las calles de la ciudad se veía fuerte presencia de las fuerzas de seguridad.
En el exterior del cementerio, donde miles de personas se habían reunido para el funeral, la policía lanzó gas lacrimógeno. El gas estuvo dirigido a grupos de jóvenes que estaban dañando coches estacionados alrededor del cementerio, según reportes de agencias.
Tanto el miércoles como el jueves hubo disturbios durante las manifestaciones de los opositores, que acusan al partido gubernamental, el islamista En Nahda, del asesinato de Belaid, y exigen un nuevo gobierno.
Crisis de gobierno
El jurista de izquierdas, padre de dos hijos, fue asesinado a tiros por desconocidos el miércoles. Era considerado en Túnez uno de los críticos más duros del partido en el gobierno, el islamista En Nahda. Por el momento no hay indicios de los autores del crimen, pero la familia de Belaid culpa del crimen a En Nahda.
La familia de Belaid culpa del crimen al gobernante partido islamista En Nahdal. La familia de Belaid culpa del crimen al gobernante partido islamista En Nahdal.
El gobierno niega cualquier responsabilidad en el atentado, pero está a la vez dividido sobre sus consecuencias. Mientras que el primer ministro Hamadi Yebali propuso renunciar y formar un nuevo gobierno de tecnócratas hasta celebrar nuevas elecciones, la cúpula del En Nahda rechaza esta posibilidad.
El asesinato se produjo tras una serie de ataques de la milicia progubernamental contra la oposición secular.
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El Mundo
Asesinato de opositor tunecino “es parte de un complot”
El presidente interino del país lanzó esa tesis al volver a su país desde Estrasburgo. Mientras, Túnez se sume en el caos y las protestas arrecian.
El presidente interino de Túnez, Moncef Markuzi, aseguró este jueves (07.02.2013) que el crimen del dirigente opositor Chokri Belaïd “es parte de un complot lanzado contra el país para amenazar su seguridad y estabilidad”. Las declaraciones las dio al volver de una gira por Europa. A su juicio, “los últimos ataques contra mausoleos forman también parte” de esa conspiración, informó la agencia tunecina de noticias TAP.
Markuzi destacó que él confía en que las fuerzas de seguridad podrán explicar cabalmente el asesinato de Belaïd, un político respetado en el país cuya muerte desató una ola de protestas que se extendió hasta este jueves y que amenaza con continuar y sumir al país en el caos.
La jornada continuó con duras manifestaciones en la capital del país, Túnez, y en la localidad de Sidi Bouzid, donde comenzó la llamada “primavera árabe” hace dos años. La policía reprimió las protestas con gases lacrimógenos para dispersar a quienes se acercaron al ministerio del Interior, mientras que hubo enfrentamientos a piedrazos en Gafsa, donde siete personas resultaron heridas.
Indignación en calles de Túnez
En ciudades como Sfax, Susa, Monastir, Siliana, El Kef, Sidi Busid, Kebili y Medenin, miles de manifestantes se concentraron de manera espontánea para condenar el fallecimiento de Belaïd, un político que había comenzado su carrera en la clandestinidad y que encabezaba un pequeño partido opositor.
Discrepancias internas
Temiendo que la violencia se extienda, muchos comercios y colegios permanecerán cerrados el viernes y el sábado, a la vez que el mayor sindicato del país anunció una huelga general. Un asesor del líder sindical Hussein Abassi dijo que éste había recibido una amenaza de muerte tras anunciar la convocatoria a la que sería la primera huelga general en el país en 34 años.
Mientras todo eso sucede, el partido islamista Ennahda, al que pertenece el primer ministro, expresó su malestar por la decisión de Hamadi Yebali de disolver su gabinete y conformar un gobierno tecnócrata. «El primer ministro no pidió la opinión de su partido», dijo Abdelhamid Jelassi, vicepresidente de Ennahda.
«Nosotros en Ennahda creemos que Túnez necesita un Gobierno político. Continuaremos con los debates con otros partidos políticos sobre la formación de una coalición gobernante», agregó. La oposición tampoco estuvo de acuerdo con el llamado a formar un nuevo Ejecutivo, lo que habla de la crisis por la que atraviesa el país donde comenzó la revolución árabe en 2011.
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Nota de marxist.org
En la mañana del 6 de febrero, el prominente dirigente de izquierda Chokri Belaid fue asesinado frente a su casa en Túnez. Miles han salido a las calles, atacado oficinas del partido gobernante Ennahda, que es considerado el responsable del asesinato, y se ha convocado una huelga general para mañana, 8 de febrero. Éste podría ser el incidente que desencadene una muy necesaria segunda revolución, dos años después del derrocamiento del odiado régimen de Ben Alí.
Chokri Belaid era el secretario general del Partido Unificado de los Demócratas Patriotas (PUPD) que se define como marxista y Panarabe, además de ser una de las principales figuras del Frente Popular, una coalición de fuerzas de izquierda, que incluye al Partido de los Trabajadores (PT, antes PCOT). La familia y compañeros de Belaid culpan de su asesinato a las autodenominadas «Ligas para la Protección de la Revolución», pandillas de matones fascistas vinculados al partido gobernante islamista Ennahda. Hamma Hammami, portavoz del Frente Popular y principal dirigente del PT ha declarado que «el gobierno en su conjunto es responsable de este crimen político». El gobierno actual es una coalición entre el islamista Ennahda, el Congreso para la República (CPR) y el socialdemócrata Ettakol.
El sábado, 2 de febrero, un congreso regional de la PUPD fue atacado por bandas salafistas que dejaron 11 personas heridas. En esa reunión, Chokri Belaid denunció a Ennahda como responsable del ataque, que fue sólo el último de una campaña constante y creciente de intimidación y violencia llevada a cabo por los extremistas islámicos.
Inmediatamente que las noticias sobre su asesinato se extendieron, miles se reunieron en manifestaciones de protesta, tanto en la capital de Túnez así como en ciudades y pueblos de todo el país, incluyendo Gafsa, Sidi Bouzid, Beja, Kasserine, Bizerte, Mahdia, Sousse, Siliana y Mezzouna. En muchos de esos lugares los manifestantes incendiaron y saquearon las oficinas del partido gobernante Ennahda. Miles se reunieron en la avenida Habib Bourgiba en la capital y frente al Ministerio del Interior. Una vez más se volvieron a escuchar los gritos de «el pueblo quiere la caída del régimen», consigna de la revolución contra Ben Alí.
Increíblemente, a pesar de la condena oficial del asesinato por porte del gobierno y Ennahda, el estado usó la policía antidisturbios y gases lacrimógenos contra los manifestantes y el cortejo que acompañó a la ambulancia que transportaba el cuerpo de Belaid.
Algunas de las manifestaciones en la jornada del jueves han adquirido proporciones de insurrección. En Sidi Bouzid los jóvenes se enfrentaron con la policía durante la noche y atacaron el cuartel de la Policía, finalmente forzando su retirada y teniendo que ser reemplazados por el Ejército en las calles. En Jendouba, una marcha organizada por el sindicato regional UGTT el jueves 7, ocupó el edificio de la governación regional y exigió que el gobernador abandone la región. Asimismo, en Gafsa, paralizada por una huelga general, los manifestantes se enfrentaron con la policía al tratar de ocupar el edificio de la gobernación. Hubo una huelga general en Siliana, donde ya se había dado un levantamiento popular en noviembre de 2012. En El Kef, que fue escenario de una huelga regional dos semanas atrás, las oficinas de Ennahda fueron agredidas, declarando el pueblo a todos los representantes gubernamentales como personas no gratas en la región. Reportes de la prensa señalaron que las fuerzas de policía estaban completamente ausentes y los militantes del Frente Popular organizaron piquetes para garantizar la seguridad pública.
Es evidente que, incluso antes del asesinato de Belaid, se había producido una oleada creciente de ira y descontento que fue acumulándose durante meses. La actual coalición inestable en el gobierno nunca ha tenido un apoyo de masas. En el momento de las elecciones a la Asamblea Constituyente en octubre de 2011, con una participación de sólo el 50% de los inscritos para votar, Ennahda, el principal socio de la coalición consiguió apenas el 37% de los votos y sus aliados aún menos, el CPR 8,7% y Ettakol 7%.
La falta de legitimidad del gobierno tripartito quedó en evidenciada por el hecho de que la ola de huelgas y levantamientos regionales que se desataron con el derrocamiento del gobierno de Ben Alí el 14 de enero de 2011, continuó sin cesar, aunque con altibajos.
La razón fundamental de esto es que las condiciones sociales y económicas no han cambiado de forma significativa. Si acaso, la situación ha empeorado desde el derrocamiento del régimen de Ben Alí. En el pasado, la economía tunecina dependía en gran medida de la inversión extranjera, atraída por mano de obra barata y una situación política estable (es decir, una implacable dictadura que garantizaba la represión de las protestas sociales), el turismo y la migración a Europa como válvula de escape. Con el inicio de la crisis capitalista en Europa, estas tres vías se han cerrado. Decenas de empresas europeas han cerrado en Túnez, ya que no hay más “paz social”, y adicionalmente, porque Europa ya no proporciona un mercado para sus productos. El turismo tiene comportamiento similar, y ha colapsado con una caída del 30% en número de turistas en 2011.
Tenemos que recordar que fueron las condiciones sociales y económicas principalmente las que generaron el levantamiento revolucionario que culminó con el derrocamiento de Ben Alí. Tasas de desempleo juvenil endémicas de más del 35%, y cientos de miles de licenciados en paro sin futuro estaban entre las principales razones para el movimiento. Nada de eso ha cambiado. El desempleo ronda el 17 a 18% del total de la población activa (frente al 13% antes de la revolución) y 40% para los jóvenes.
El levantamiento en Siliana, donde una huelga general exigía puestos de trabajo y progreso económico en noviembre, llevó a enfrentamientos con la policía, la quema de las oficinas de Ennahda y más de 300 heridos, y marcó el comienzo de una nueva ola de protestas. A principios de diciembre, matones salafistas (que actúan con la complacencia del gobierno nacional) atacaron las oficinas de la UGTT en la capital el día en que el sindicato conmemoraba el aniversario del asesinato su fundador. El ataque provocó una reacción airada que obligó a los dirigentes sindicales a convocar una huelga general para el 13 de diciembre. Incluso días antes varias regiones que desempeñaron un papel clave en la caída de la revolución contra Ben Alí se declararon en huelga el 6 de diciembre: Gafsa, Sidi Bouzid, Sfax y Kasserine.
La huelga general 13 de diciembre era vista por todos como una huelga política, cuyo único objetivo posible era el derrocamiento del gobierno. Se ejerció una enorme presión sobre los dirigentes de la UGTT, que finalmente, en el último momento, decidieron cancelarla. La decisión de suspender la huelga general fue tomada con una muy mayoría estrecha y generó descontento generalizado entre la militancia.
En cualquier caso, la cancelación a la convocatoria de la huelga no resolvió nada. Siguieron las huelgas y movimientos regionales , así como una ola de huelgas sectoriales que involucraron a funcionarios de aduanas, de educación secundaria, profesores universitarios, funcionarios de la seguridad social, hospitales, etc. Diciembre de 2012 terminó con una huelga regional en Jendouba y enero de 2013 comenzó con una huelga general muy radical en El Kef, con decenas de miles de personas que participaron en manifestaciones y el establecimiento de bloqueos de carreteras en la región. En una señal de la desesperación de muchos de los desempleados, algunos de los participantes de las sentadas que demandaban empleos fueron a huelga de hambre y decidieron coserse los labios.
Esta enorme presión desde abajo llevó a una crisis en la coalición de gobierno y todos tipo de conjuros para intentar ampliar su base, es decir, hacer a más partidos responsables por sus políticas económicas. En el transcurso de Enero se hicieron llamamientos a formación de comisiones de una especie de «diálogo nacional», con el objetivo principal de atar a los dirigentes sindicales de la UGTT a algún tipo de acuerdo para poner fin a la ola de huelgas y exigencias de los trabajadores. Mientras tanto, el gobierno ha estado en negociaciones con el FMI para lograr un préstamo de 1.800 millones de dólares. Las condiciones impuestas para tal préstamo son, en sí mismas, una receta para una explosión social, exigen una mayor desregulación del mercado de trabajo, recortes a los subsidios de los productos básicos, la reducción del número de funcionarios, etc.
Bajo una enorme presión desde abajo, la dirección de la UGTT ha decidido convocar una huelga general para mañana viernes, coincidiendo con el funeral de Chokri Belaid. Al mismo tiempo, el primer ministro Hamadi Jebali decidió destituir al gobierno designar a un nuevo «gobierno tecnocrático». Esto ha sido rechazado por Ennahda (el partido al que pertenece). Las operaciones y transacciones desde arriba reflejan la dificultad de la clase dirigente tunecina en la encontrar un gobierno con suficiente legitimidad para llevar a cabo la política anti-obrera necesaria desde su punto de vista. Esto es un reflejo de la fuerza del movimiento de los trabajadores.