A simple vista las elecciones del 27 de octubre confirmaron las tendencias de los resultados de las PASO de agosto: a) la debacle electoral del gobierno K; b) el que más la capitaliza, entre la oposición política patronal, es el peronista Sergio Massa y c) la gran elección del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (PO, PTS e Izquierda Socialista).
En ese marco, para los trabajadores y luchadores sindicales, estudiantiles y populares, lo más significativo es que la izquierda hizo la mejor elección de la historia del país. El resultado del FIT no tiene precedentes en su magnitud. Superó en un 30% los votos obtenidos en agosto a nivel nacional. Se pasó de 900.371 votos a 1.182.620. Se lograron tres diputados nacionales y una cuarta banca en Córdoba, de Liliana Olivero, dirigente de Izquierda Socialista, en disputa contra el fraude, y seis o siete legisladores por distritos. Respecto de la primera presentación electoral del FIT en 2004, el crecimiento fue de casi el 200%, ya que entonces se habían obtenido 512.000 votos.
Esto se va fortalecer aún más en las próximas elecciones de noviembre en Salta, donde el Frente de Izquierda, representado allí por el Partido Obrero, va a repetir la elección histórica que ya hizo logrando un segundo lugar. En ella se podrán obtener varios legisladores provinciales. Lo que hará que el 10 de diciembre, cuando asuman los nuevos diputados, el FIT contará posiblemente con 4 diputados nacionales, 15 legisladores provinciales, si sumamos los tres actuales de Córdoba, Neuquen y Salta, y varios concejales en Salta y Mendoza.
El triunfo político del FIT es la otra cara del derrumbe político del peronismo K. Porque está mostrando que miles y miles de trabajadores, es decir una franja de masas, rompe con su voto tradicional con el peronismo, en cualquiera de sus variantes, y va hacia a la izquierda votando al FIT. Esto muestra que empiezan a buscar un cambio de fondo en el país. Esto es lo central para lo que viene.
La confirmación de la derrota política del gobierno y del peronismo gobernante muestra que entramos en el período final del kirchnerismo. Que se explica porque ya millones no creen en sus mentiras. Porque ha quedado claro que no existe ningún proyecto «nacional y popular», ni «redistribución de la riqueza», ni «década ganada». Sino la continuidad de una política al servicio de Chevron, Monsanto, la Barrick, del capital financiero y de los grandes grupos económicos nacionales (Techint, Roggio, Arcor, entre otros). Y de los pagos de la deuda, la inflación y por ende la caída del salario y el nivel de vida de las masas. El gobierno de Cristina Kirchner ha quedado muy debilitado, cruzado por la crisis económica que cada vez se siente más, la crisis política y la crisis social creciente. O sea que la perspectiva para 2014 será la profundización de estos factores que se traducirán en la intensificación de las luchas del pueblo trabajador y la juventud por sus reivindicaciones.
Esto puede poner otra vez al país en situaciones como ya conocimos antes, como el Cordobazo del 69, el Rodrigazo del 75 o el Argentinazo de 2001. En cada una de esas grandes crisis, el movimiento obrero y popular careció de una dirección política y sindical que superara el marco del peronismo y de la burocracia sindical. Justamente el salto del FIT plantea el desafío de darle continuidad en las luchas y en los hechos políticos que se avecinan, para preparar esa alternativa política de los trabajadores.
Los resultados del 27 también mostraron que ante la crisis del gobierno justicialista K, un sector del peronismo se reacomoda, rompe con el gobierno para tratar de recomponer una alternativa política patronal que ofrezca una salida dentro del sistema ante una nueva crisis en puerta. Ya es claro que Cristina no podrá buscar reelegirse y que Scioli aparece como un precandidato para liderar una derrota. Por eso aparece un Massa y el Frente Renovador que buscará utilizar su contundente triunfo en Provincia de Buenos Aires para intentar liderar una recomposición de un nuevo frente peronista patronal para el 2015. Buscarán reconstruir una valla para que millones no vayan a la izquierda. Por otro lado, los restos del radicalismo, dividido en diversas sectores enfrentados (Cobos, Alfonsín, Sanz, Barletta), buscará liderar un frente patronal no peronista, con barniz de centroizquierda, en disputa con Binner, Carrió, Solanas. Pero se trata de una bolsa de gatos de políticos fracasados que vienen del gobierno de Alfonsín y con la Alianza de De la Rúa. Mientras la centroderecha de Macri sigue sin llegar a ser una verdadera alternativa nacional para gobernar en nombre de la gran patronal.
Todos ellos, oficialistas y opositores patronales, salen a preparase para las elecciones presidenciales de 2015. Es lo opuesto a lo que harán el Frente de Izquierda e Izquierda Socialista. El FIT cumplirá con lo que pregonó. Sus diputados nacionales y legisladores por distrito llegaron al Congreso y a las legislaturas para ser la voz de los trabajadores y de todos los que luchan. Dentro y fuera de las legislaturas la tarea del Frente de Izquierda, la de sus partidos y militantes, será estar en cada lucha obrera, estudiantil y popular que se presente en todos los rincones del país, para buscar unirlas en una movilización nacional por el salario, el trabajo, la educación y la salud, por el no pago de la deuda, para dar solución a estos problemas, por la reestatización de los trenes y el subte bajo control de los trabajadores y usuarios, por fuera Chevron y Monsanto. O sea, por los cambios de fondo que reclama el pueblo trabajador y la juventud.