Por Miguel Lamas
El desenlace, con el retiro de Sanders, antes de sufrir una derrota, y el mismo hecho de que se retirara sin dar la batalla final, ni denunciar al Partido Demócrata ante sus seguidores, muestra los límites tanto del Partido Demócrata como del propio Sanders.
Y más aún cuando se da en medio del desastre de la pandemia del coronavirus, que viene a ser una impresionante demostración de que es necesario un servicio nacional de salud gratuita, igualitaria y de calidad, que era una de las banderas que levantó Sanders. Es decir, tenía una enorme oportunidad de mostrar a millones de trabajadoras, trabajadores y jóvenes que era necesario terminar con el dominio de los multimillonarios. Y esto va más allá de la interna demócrata. Pero evidentemente Sanders no quiere ir más allá.
Bernie Sanders dijo en su campaña que era «el mejor candidato para derrotar a Trump». Aunque en términos estrictamente electorales en el marco de una elección norteamericana esto era discutible, indudablemente que fue uno de los candidatos más populares y sobre todo que más identificó a grandes sectores de la juventud en la historia del Partido Demócrata. Y esto lo hizo con propuestas que no superaron a las que hizo la socialdemocracia europea décadas atrás: fundamentalmente educación gratuita incluida la universidad, salud pública gratuita y que los ricos paguen impuestos. Sanders fue sostenido por millones de pequeños aportes de jóvenes y trabajadores.
Se produjo un fenómeno inédito en Estados Unidos, que es más amplio que Sanders, de que la mitad de los jóvenes se identifica con una idea del «socialismo» (que para la mayoría son las propuestas de Sanders).
Para el aparato burgués del Partido Demócrata, que es el que tiene los centenares de millones de dólares necesarios para sostenerse en el sistema político yanqui, era demasiado peligroso permitir que Sanders fuera el candidato que pudiera ganar las elecciones. Por más que era predecible que, como lo hizo la socialdemocracia europea en los últimos 30 o 40 años, lo más probable es que abandonara su programa o lo postergara para un futuro incierto, con el argumento que todos utilizan que es la economía burguesa, la necesidad de recuperación, y ahora la necesidad de recuperación de esta catástrofe económica mundial. Y obviamente en caso improbable de querer realmente aplicar su programa, el aparato estatal yanqui hubiera tenido medios para frenarlo. Pero lo que teme la cúpula demócrata y la burguesía yanqui en general, es la dinámica del movimiento juvenil en este contexto de crisis mundial, la posibilidad de una radicalización hacia la izquierda.
El desenlace, con el retiro de Sanders, antes de sufrir una derrota, y el mismo hecho de que se retirara sin dar la batalla final, ni denunciar al partido Demócrata ante sus seguidores, muestra los límites tanto del Partido Demócrata como del propio Sanders.
Para los millones de jóvenes, trabajadoras y trabajadores, que se entusiasmaron con Sanders, es la hora de comenzar a pensar en una alternativa independiente socialista de los trabajadores, para terminar con este capitalismo inhumano que gobierna Estados Unidos, sostenido políticamente por el bipartidismo Republicano-Demócrata, y el mundo.