Por: Miguel Sorans, dirigente de Izquierda Socialista, Argentina, y de la UIT-CI
El pueblo y la juventud de Nicaragua desde el 18 de abril protagonizan una rebelión popular por sus derechos y contra el régimen dictatorial de Daniel Ortega. La criminal represión desata por Ortega ya registra más de 440 muertos, miles de heridos, detenidos y desaparecidos. Pese a ello miles y miles salieron a las calles al grito de «Somoza-Ortega son la misma cosa» y «Que se vaya Ortega».
De esta forma se cae el falso discurso de que se trata de un gobierno de «izquierda». Daniel Ortega utilizó su pasado sandinista para pactar, hace años, con la cúpula de la Iglesia Católica y con los grandes empresarios nacionales (COSEP) y extranjeros para gobernar contra el pueblo trabajador, los campesinos y la juventud. Para sostenerse en el poder pactó con políticos de derecha e hizo todo tipo de fraudes.
Como socialistas revolucionarios apoyamos incondicionalmente la rebelión popular. Estamos con los estudiantes, las mujeres y los estudiantes que arriesgan la vida en las barricadas. No despertamos ninguna confianza en la cúpula de la Iglesia ni en los sectores patronales que cambiaron de bando y ahora quieren congelar la movilización buscando una salida negociada (Mesa del Diálogo) de Ortega, bajo el manto de los Estados Unidos. Estos sectores son un obstáculo para la continuidad de la movilización.
Pero el otro gran obstáculo, para una masiva solidaridad internacional que ayude a la caída de Ortega, es la nefasta postura de apoyo incondicional a Ortega de Cuba, Raúl Castro y Nicolás Maduro.
Así lo resolvieron en el XXIV Encuentro del Foro de San Pablo reunido en la Habana el 17 de julio, con la presencia de Castro, Maduro, Evo Morales y Dilma Roussef (PT). La resolución es clara: «Reconocemos el legítimo derecho a la defensa, ejercido por el gobierno sandinista frente a las agresiones perpetradas en su contra por los lacayos del imperio» (…) Incluso avalan la represión al respaldar los «avances en el restablecimiento del orden» (…) «violentados por los golpistas de la derecha». Vergonzosamente la dirección cubana y Maduro se suman a la burda mentira de Ortega de acusar al pueblo nicaragüense de «lacayos del imperio» y de «golpistas de derecha». Estas posturas están al servicio de confundir y dividir toda acción de repudio a Ortega desde la izquierda. Pero esto ya no evita que amplios sectores se sumen en el mundo al repudió a Ortega y su represión criminal. Pero también ha llegado la hora que los luchadores antiimperialistas y de izquierda saquen sus propias conclusiones sobre esas direcciones políticas que representan a una seudo izquierda reformista que, desde sus países, avalan gobiernos de conciliación de clases, que gobiernan con las multinacionales y los banqueros, no rompiendo con las estructuras del capitalismo, pagando la deuda externa y acusando a toda protesta obrera y popular de «agente de la derecha golpista».