Por: El Socialista
Las elecciones del 13 de agosto expresan políticamente cuatro fenómenos nacionales, de distintas magnitudes pero que tienen su interrelación.
1) Expresó un triunfo electoral del gobierno de Macri-Cambiemos, que solo se explica, en la franja popular, como continuidad del voto castigo del 2015 al peronismo y, en especial, al kirchnerismo; 2) ratifica la crisis y retroceso del peronismo en todas su variantes; 3) hubo una muy buena elección del FIT que mostró su fortalecimiento como la única alternativa de izquierda a nivel nacional, y 4) se puso en evidencia la decadencia de todos los proyectos de centroizquierda. El gobierno pretenderá utilizar este triunfo político para avanzar con sus planes de ajuste. Pero chocará con las luchas obreras y populares que seguirán enfrentando al gobierno.
El gobierno y Cambiemos lograron un triunfo electoral nacional al llegar al 35,90% y obtener un empate técnico en el centro de la escena, que era la elección de provincia de Buenos Aires, donde enfrentaba a Cristina Kirchner con Unidad Ciudadana. Cristina y el peronismo kirchnerista resultaron los grandes perdedores de esta elección, por más que con el escrutinio definitivo pueda estar arriba por algunas décimas. Es que ella esperaba ganar por más de cinco puntos, y hasta algunos hablaban de diez puntos de diferencia.
¿Por qué vuelve a ganar Cambiemos?
Es innegable que el macrismo logró un triunfo electoral nacional a costa de derrotar viejos bastiones del peronismo en todas sus variantes. Los más sobresalientes fueron los novedosos triunfos en San Luis y La Pampa, en donde el peronismo viene gobernando desde hace más de 30 años. En especial fue derrotado el feudo de los Rodríguez Saá. En Córdoba le ganó al peronismo de Schiaretti-De la Sota por casi 16% de diferencia. En Santa Cruz al kirchnerismo por 16,27%. Y en Neuquén derrotaron al Movimiento Popular Neuquino (MPN) que maneja la provincia desde hace 50 años, con la única excepción de la época de la dictadura genocida. En Santa Fe quedó en un empate técnico, en el segundo lugar, con el kirchnerista Agustín Rossi desplazando al tercer puesto a la lista del gobernador socialdemócrata Lifschitz.
Muchos se preguntan por qué logró Macri este resultado si lleva un año y medio de gobierno aplicando el ajuste. Y más cuando para lograrlo obtuvo votos no solo de la base tradicional conservadora patronal y de clase media alta y media, que siempre fue electorado radical o de variantes políticas no peronistas (ex UCD, demócratas progresistas y otras). También recibió votos de franjas de trabajadores y sectores populares.
Esta franja popular de votos volvió a expresar, aunque en forma equivocada hacia una variante patronal, su repudio al peronismo kirchnerista y a los demás gobernadores de las diversas variantes peronistas. Es una extensión del voto castigo del 2015 que llevó a la derrota a Scioli, el candidato de Cristina. Es evidente que el gobierno logró con su «lamento» y «ruego» (la gobernadora Vidal) que en franjas populares le dieran un «tiempo más». Surtió efecto la campaña del miedo a que se vuelva a Cristina. Aunque también hay que computar que Vidal bajó en su votación del 2015 de 40% a 34%. Cambiemos perdió en municipios que controla como Quilmes, Lanús, Tres de Febrero o Pilar.
Fue también un voto castigo a los viejos gobernadores peronistas de Córdoba, San Luis o La Pampa. No se trata de votos de sectores populares a favor del ajuste. Una vez más se expresa la contradicción histórica que existe entre la atrasada conciencia política y la avanzada conciencia sindical y de lucha que existe en la clase trabajadora argentina. Es la herencia que nos dejaron el peronismo y Perón. Los trabajadores se han formado desde 1945 en la falsa conciencia de que puede haber «un salvador» patronal. Por eso, hasta ahora, la ruptura electoral desde las bases con el peronismo se va mayoritariamente hacia diversas variantes patronales. Lo nuevo de los últimos años es que el FIT ganó y consolidó a una franja minoritaria pero importante de esa ruptura obrera y popular, que llega casi al millón de votos y que tenderá a pegar un salto en el tiempo.
La derrota de Cristina y la crisis irreversible del peronismo
La elección de las PASO ratificó, aunque en un voto equivocado a Cambiemos, la crisis y división de todo el peronismo. En especial sufrió una derrota el kirchnerismo y su cabeza, Cristina, en provincia de Buenos Aires. Su consigna «vamos a volver» ha quedado, como mínimo, averiada. La expresión de la crisis fue que Cristina no pudo salir a dar la cara hasta casi las 4 de la mañana. O sea, no la vio nadie, salvo los pocos fanáticos que seguían esperando en su búnker de Arsenal de Sarandí. O que su «vocero» fuera el ex radical Leopoldo Moreau. El empate técnico es su derrota. A eso hay que sumarle la de su provincia de Santa Cruz. Ni siquiera se animó a ir a votar porque la iban a abuchear como le pasó a su cuñada, la gobernadora. A nivel nacional el peronismo K solo llegó al 21,08%.
El resto de las variantes peronistas fracasaron. En especial los gobernadores. Salvo algunas provincias como Salta, Tucumán, Formosa, San Juan, La Rioja, Río Negro o Catamarca. El peronismo «renovador» de Massa volvió a fracasar. Randazzo y el PJ no llegaron al 6%. Ya no existe más el viejo PJ o un peronismo unido. Esto es más palpable en un distrito clave como provincia de Buenos Aires con tres peronismos. Podrán seguir teniendo votos de trabajadores por peso de inercia. Pero no con la creencia ni el entusiasmo de décadas pasadas. Porque el peronismo K y no K viene gobernando para los de arriba. Ajustando al pueblo en el país y en cada provincia. El viejo peronismo de las conquistas sociales no volverá. Por eso es irreversible esa crisis. Por eso los trabajadores terminaron repudiando a Menem y ahora a Cristina y los Rodríguez Saá, Schiaretti, Massa o Randazzo.
Se sigue fortaleciendo el FIT como un polo alternativo de clase
Frente a este panorama electoral, de polarización en el distrito más grande y de grandes confusiones políticas, la elección del FIT es un triunfo que lo fortalece como la única alternativa nacional de izquierda. Un fuerte polo unitario para seguir dando la pelea por lograr que los trabajadores y jóvenes que rompan en las elecciones y en las luchas con el peronismo y demás variantes patronales vayan a la izquierda.
El frente conformado nacionalmente por Izquierda Socialista, el Partido Obrero y el PTS obtuvo 893.265 votos en el escrutinio provisorio de las PASO (que quedará cerca del millón de votos en el recuento definitivo). Comparado con las mismas elecciones de 2015, el FIT ha crecido un 25%.
Los casi 900.000 votos obtenidos por el Frente de Izquierda demuestran la consolidación de una importante franja de trabajadores, jóvenes y mujeres que votan a la izquierda unitaria, coherente y combativa y le dieron la espalda a las listas de Macri, Cristina, Massa y Randazzo, optando por una alternativa completamente opuesta.
Pese a la polarización, en Buenos Aires, el FIT logró un 3,62 % y en CABA un 3,79%. Estos porcentajes pueden crecer hacia octubre. Con lo cual, el FIT, si se mantienen estas tendencias, es muy probable que logre el diputado nacional que se renueva en ese distrito con la lista que encabeza Nicolás del Caño (PTS), banca que rotará con Romina del Plá (PO) y Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista). Estaríamos obteniendo además, el legislador de la Tercera Sección Electoral en provincia de Buenos Aires y renovando el cargo a legislador en CABA.
El FIT ha conquistado el 12,55% en Jujuy; el 8,25% en Santa Cruz, donde nuestros compañeros docentes están a la cabeza de la pelea contra el brutal ajuste de Alicia Kirchner; el 8,8% en Mendoza; el 4,3% en Córdoba con nuestra compañera Liliana Olivero de Izquierda Socialista; el 3,4% en Santiago del Estero cosechando una elección histórica para la izquierda en esa provincia con Anisa Favoretti, de Izquierda Socialista, a la cabeza; el 7,3% en Salta, y el 6,67% en Neuquén, entre otros.
Los votos mayoritarios a la izquierda se dieron para el FIT, una fuerza nacional en crecimiento, que se presenta en 22 distritos, superando el escollo proscriptivo del 1,5% que imponen las PASO. La izquierda que dividió, como Izquierda al Frente (MST-Nuevo MAS) hizo muy mala elección, en especial en CABA y provincia de Buenos Aires. Lo mismo Zamora en Capital, quedando detrás del FIT.
La contracara del fortalecimiento del FIT es el gran retroceso y derrota electoral de las listas y dirigentes de la centroizquierda como Pino Solanas, Claudio Lozano, Víctor De Gennaro o Pablo Micheli. Años atrás aparecían como supuesta alternativa política y criticando por «sectarias» a las fuerzas del FIT. Son el fin de proyectos políticos «amplios» que postulan programas lavados y de alianza con sectores patronales y sindicales capituladores y centristas como el proyecto en crisis de la CTA.
Se viene la lucha contra el ajuste de Macri
El gobierno de Macri va a querer usar este triunfo político electoral para tratar de avanzar con un ajuste que hasta ahora solo pudo aplicar parcialmente. Y lo hizo con la complicidad y colaboración de los Massa, del kirchnerismo y de la burocracia sindical de la CGT y de los Yasky, de Baradel y compañía.
Pero el gobierno va a encontrarse con la resistencia de los trabajadores y los sectores populares. Su fortalecimiento es electoral y por eso puede ser efímero. Porque muchos de sus votantes son prestados por el odio a Cristina, al kirchnerismo o a los gobernadores peronistas. Algunos comentaristas comparan este triunfo electoral con el que obtuvo Alfonsín sobre el peronismo en 1985, también en elecciones de medio término. No recuerdan que fue efímero: le siguió luego un ajuste que derivó en huelgas y protestas, y Alfonsín perdió las elecciones de 1987 y se tuvo que ir antes del gobierno en el ’89.
Hacia octubre el FIT tendrá dos tareas centrales. La primera es salir a apoyar e impulsar las luchas de los trabajadores y el pueblo contra el gobierno de Macri y su plan de avanzar con el ajuste y el ataque a los convenios laborales. La segunda, darle continuidad a la campaña electoral para ratificar y superar en la próxima votación del 22 de octubre los logros electorales, para seguir fortaleciendo una alternativa política unitaria de los trabajadores y la izquierda.