Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad
El grito estalló de alegría en Argentina y el mundo. ¡Argentina campeón! La copa ya está en casa. El “Messi, Messi, Messi…” se palpita en el Obelisco, la Matanza, Bangladesh, Haití y Nápoles como en el resto del universo. El “Muchachos, nos volvimos a ilusionar” se cantó a más no poder, recordando en primer lugar a los pibes de Malvinas. Y el “oh juremos con gloria morir” se aprendió en varios idiomas. Parecía que cada uno, inflando el pecho, estaba en la cancha al lado de los once gladiadores.
Alguien recordó “hoy se ganó la final porque jugamos con 12, los 11 más Diego”. Y hubo frases muy conscientes, como el “vamos a sacarle una sonrisa a la gente que le cuesta llegar a fin de mes”, de Rodrigo De Paul. Una gran verdad.
Por fin una alegría entre tanta malaria, ganando plazas, calles, en familia, con amigos o anónimos dejando a un costado -aunque sea por un rato- la tremenda inflación, pobreza, salarios y jubilaciones miserables para darle espacio al desahogo final. Como en el 78´ bajo la siniestra dictadura y aquel 86´ de la mano de dios contra los ingleses. Volvimos a ganar un Mundial después de 36 años, cuando Messi aún no había nacido. Triunfo que solo es patrimonio de este gran equipo, con el apoyo de los 47 millones que le dieron fuerza y lo hicieron jugar de local.
Se fueron antes muchos grandes, como Alemania (“la raza superior” de Macri), España, Portugal, Inglaterra, Países Bajos, Brasil. Y nos tocó la final con Francia. Parecía que le hacíamos el tercero y nos empataron. Pero resurgió la garra de potrero bajo la batuta de Messi y el equipo moldeado con el extraordinario y humilde trabajo del joven Scaloni ganando de manera antológica más allá del consabido sufrimiento. Ahora el pueblo recibe en multitud a los grandes vencedores, trabajadores, mujeres, disidencias, jóvenes, “abuelas”, abuelos, niñas y niños.
El Mundial dejó mucho para el debate. Y el repudio. Empezando por una sede elegida mediante coimas mafiosas, con una monarquía corrupta que viola los derechos humanos. O ahora cuando un jugador de Irán fue sentenciado a la horca por apoyar el reclamo de las mujeres de ese país contra un régimen teocrático dictatorial y oscurantista, esperando que el pronunciamiento mundial lo evite. Dejando también la bocanada de aire fresco con los cánticos reivindicando a Palestina Libre contra el sionismo israelí.
Hay que seguir festejando, aunque muchos quieren sacar provecho. Macri dijo cínicamente que fue un triunfo de “Sudamérica” mientras nos endeudó al FMI. Larreta hizo un acto con la camiseta de la selección. Patricia Bullrich reivindicó el “esfuerzo de la selección” para oponerse al feriado. Y Alberto Fernández, subliminalmente, intenta aprovechar el logro para llevar agua a su molino, diciendo que la gran conclusión pasa por “trabajar en equipo”.
Pero con los equipos del peronismo y Juntos por el Cambio en el gobierno el que siempre perdió por goleada fue el pueblo trabajador, con tremendos planes de ajuste. Si vale la comparación, digamos que Scaloni y los titanes de la selección trabajan para lo opuesto, para darle felicidad a todo un pueblo.
Necesitamos otro equipo que gobierne el país, para que le vuelva a dar la merecida alegría a quienes generan la riqueza y le diga “andá pa´ya” a quienes nos esquilman y explotan, construyendo una Argentina Socialista por la cual luchamos. Si algo demostró la Scaloneta es que con objetivos claros y una preparación de años, ningún obstáculo puede impedir que los sueños se hagan realidad.