Por Federico Novo Foti
Entre el 19 de abril y el 23 de mayo de 1943 se produjo el levantamiento del gueto judío de Varsovia, ubicado en la capital polaca ocupada en la Segunda Guerra Mundial por los nazis. Fue violentamente reprimido hasta dejar el lugar en ruinas. Dos años después, el nazi-fascismo era aplastado por la creciente resistencia popular y el avance del Ejército Rojo y los aliados.
El 1° septiembre de 1939 comenzó la Segunda Guerra Mundial, cuando los ejércitos alemanes invadieron Polonia. Días antes, los ministros de Asuntos Exteriores de Adolf Hitler y José Stalin habían celebrado un infame pacto de no agresión entre la Alemania nazi y la Unión Soviética (URSS), que incluía la partición y reparto de Polonia por ambos países. El 8 de septiembre, las tropas alemanas alcanzaron Varsovia, la capital polaca. El 17 de septiembre, la región oriental fue invadida por la URSS. Polonia, como tal, había dejado de existir.
Polonia fue uno de los países más castigados por la barbarie nazi, en particular su numerosa población judía. Allí gobernó el carnicero Hans Frank, quien instaló la sede del “gobierno central” en Cracovia, la segunda ciudad polaca en importancia. Frank fue uno de los más entusiastas impulsores de la “solución final”, es decir, de los campos de exterminio. Fueron igualmente víctimas del nazismo los gitanos, eslavos, comunistas, homosexuales y todo opositor a la contrarrevolución nazi y su “modelo ario”.
El gueto y el exterminio del pueblo judío
En Varsovia vivían unos 380.000 judíos, muchos de ellos llegados en distintas olas migratorias, provenientes de regiones orientales, huyendo de la pobreza, la represión y las matanzas desde la época del imperio de los zares rusos. Entre ellos había trabajadores, campesinos, comerciantes, artesanos, profesionales y hasta grandes empresarios, como el grupo judío propietario de la fábrica de montaje de autos bajo licencia de General Motors.[i]
Los primeros decretos del gobierno nazi de Frank definieron que ningún judío sería dueño de su propio destino. Congeló sus cuentas bancarias, les fueron arrebatados comercios y empresas, los sometió a humillaciones diarias y trabajos forzados. Desde diciembre de 1939 todos los judíos debían lucir en la manga derecha una banda blanca con la estrella de David. En abril de 1940, se comenzó a aislar el barrio judío con la excusa del surgimiento de una epidemia de tifus. En noviembre comenzó la “limpieza étnica” de la ciudad. Miles de familias judías de Varsovia y otras localidades fueron obligadas a abandonar sus casas y dirigirse al “gueto” en el barrio judío, ahora cerrado por once kilómetros de murallas. En 300 hectáreas habitables del gueto llegaron a vivir hacinadas medio millón de personas. En ese infierno se instaló la muerte por hambruna, enfermedades, ajusticiamientos arbitrarios y todo tipo de vejámenes. Estaba prohibido salir del gueto. Solo lo hacían, en medio del mayor control militar, aquellos que debían desplazarse a trabajar en otras zonas de la ciudad. El Consejo Judío (Judenrat) y la denominada “policía judía”, constituidos por hombres de la clase alta judía colaboracionista, quedaron encargados de hacer cumplir las leyes nazis en el gueto.
A inicios de 1941 comenzaron a llegar a Varsovia noticias de que en la ciudad de Chelmno habían asesinado a unos 40.000 judíos procedentes de Lodz, en lo que se describía como un “campo de exterminio”. Luego de comenzada la invasión nazi a la URSS, en junio de 1941, se supo de asesinatos masivos en Ucrania y Bielorrusia. En marzo de 1942 fue destruido el gueto de Lublin. El 22 de julio llegó la orden de que todos los judíos “no productivos” de Varsovia debían trasladarse hacia un lugar indeterminado en la frontera oriental. Comenzaba la “Gran Deportación”. Todos los días, unas 6.000 personas eran subidas a trenes con dirección a Sokolow, un cruce ferroviario que llevaba a Treblinka. Judíos prófugos confirmaron que el verdadero destino era la muerte en ese campo de exterminio. El 21 de septiembre cesó la acción de expulsión. Quedaron recluidos en el gueto tan sólo 33.700 judíos, que trabajaban en fábricas y tiendas alemanas. Sumados a los que sobrevivían clandestinamente, escondidos en sótanos y túneles de alcantarillado, eran unas 60.000 personas. En siete semanas habían sido trasladadas y asesinadas unas 300.000 personas. Un verdadero genocidio.
El levantamiento
Desde el comienzo mismo de la ocupación nazi, comenzaron las primeras acciones de la resistencia polaca. En el gueto de Varsovia, a principios de 1942, había comenzado a instalarse entre la juventud la idea de preparar un levantamiento armado. Un planteo rechazado por el Consejo Judío y la mayoría de los partidos políticos y líderes judíos. El 28 de julio se constituyó la Organización Judía de Combate. Para el 20 de octubre, tras la “Gran Deportación”, la Organización Judía de Combate se convirtió en la máxima autoridad del gueto. Clandestinamente se organizaron en pequeños grupos de hombres y mujeres, sionistas, socialistas, comunistas y trotskistas. Estos últimos, que participaron activamente hasta el final, editaban el periódico “Bandera Roja” (Czorwony Sztandard). Sólo los líderes ortodoxos del partido religioso Agudas Israel se negaron a unirse. En aquellas espantosas condiciones de vida, fueron haciendo milagros para conseguir y almacenar alimentos, armas y municiones, cobrando impuestos “especiales” a los más ricos.
El 19 de abril de 1943, cuando un batallón nazi se disponía a entrar al gueto para realizar nuevas deportaciones, comenzó el levantamiento. Con unos pocos explosivos, cócteles molotov, fusiles, pistolas y algunas metralletas, los judíos lograron repeler el primer ataque nazi. El general de las SS Jürgen Stroop se puso al mando de la represión y rápidamente ordenó recurrir a la artillería pesada y los lanzallamas. Fueron incendiando cada sector del gueto, para luego inundar las alcantarillas y arrojar gases lacrimógenos por sus bocas. El 16 de mayo a la noche volaron la Sinagoga. Unos días después sólo quedaba el humo y algunos incendios. A pesar de su valiente resistencia, los judíos sufrieron unas 11.000 muertes y el levantamiento fue derrotado a finales de mayo.
La lucha heroica del gueto de Varsovia no fue en vano. En 1943 había comenzado el inicio del fin del nazismo. Poco antes del levantamiento del gueto de Varsovia, el 1° de febrero, el triunfo del Ejército Rojo en la batalla de Stalingrado marcó un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial (ver El Socialista N° 554). Un nuevo impulso comenzó a recorrer la resistencia de los pueblos europeos. El nazismo comenzaba su retroceso y caída final. Al año siguiente fueron expulsados de Polonia y en mayo de 1945 cayó Berlín, derrotando al nazismo como la expresión más brutal del capitalismo imperialista.
1. Todos los datos fueron tomados de Matthew Brzezinski. “El ejército de Isaac”. Capital Intelectual, Buenos Aires, 2013.