Por: La Protesta
Bolivia se llena de huelgas de protesta contra política del gobierno de Evo. El salario, la salud, la educación, los recursos naturales, la pobreza, son los problemas de fondo que, no resueltos, vuelven a encender la bronca popular.
Esta semana la COB (Central Obrera Boliviana) convocó a huelga de 72 horas reclamando
un aumento salarial acorde a la inflación, los médicos y trabajadores de salud pública (35.000 en total) cumplen 6 semanas de paro general contra la imposición oficial de hacerlos trabajar 8 horas en lugar de 6 con el mismo salario y sin incorporarlos a la ley de trabajo, también están en paro por tiempo indefinido las universidades desde este lunes y los transportistas por 48 horas, avanza la marcha indígena en defensa del Tipnis contra una carretera que destruirá su territorio selvático, y comunarios indígenas de Potosí enfrentaron violentamente a la policía, contra las pretensiones de inaugurar un megaproyecto minero que afectará la agricultura y tienen a un policía de rehén. Todos los paros son acompañados de movilizaciones callejeras y bloqueos en las principales avenidas y puentes. Este es un recuento incompleto de la ola de conflictos que conmueve al país.
Un reciente estudio reveló que de un millón de asalariados en Bolivia, sólo algo menos del 20% tiene un trabajo regular y amparado por la ley de trabajo. El resto son «en negro» o contrataciones temporales. El propio Estado contrata personal como «consultores» por sueldos míseros. El salario mínimo es, con el reciente aumento que resolvió el gobierno, de 142 dólares. Gran parte de los trabajadores cobra aún menos. El salario promedio es el menor de Sudamérica, incluso medido en poder adquisitivo. Y el poder adquisitivo del salario mínimo no supera el de hace 10 años cuando gobernaban los viejos partidos de derecha. Por otra parte, hay una enorme cantidad de trabajadores por cuenta propia en condiciones míseras, en especial pequeños vendedores de todo tipo de mercadería, en gran parte importada.
Esta situación económica es consecuencia de no haber cumplido con la «Agenda de Octubre», que exigió el pueblo insurrecto de la guerra del gas en octubre del 2003. Esta agenda indicaba nacionalización sin pago de multinacionales e industrialización con esos recursos. Esto se proclamó, pero no se hizo. Las multinacionales siguen dominando los hidrocarburos y la minería con increíbles ventajas. ¡Las mineras pagan un 5% de impuestos! ¡menos que en la época del la «rosca» minera de Patiño y Aramayo! Y las petroleras tienen una situación floreciente llevándose el gas sin procesar que venden 5 veces más caro al pasar la frontera. Evo hizo el primero de mayo un acto público con Antonio Brufau, el presidente de Repsol, elogiando a la multinacional española. El mismo día había dictado una «nacionalización» de una distribuidora de electricidad que prometieron pagar a 39 millones de dólares, cuando el valor en libros de la compañía es de 8 millones.
Como otra muestra del giro reaccionario y contra las leyes laborales del gobierno, Evo utilizó nada menos que el discurso del 1º de mayo para decir que habría que trabajar «desde el amanecer hasta que se va el sol» para levantar al país.
A consecuencia de esto, a ruptura política con el gobierno del MAS es muy grande. En las calles se grita: «Evo decía, que todo cambiaría, y ahora la misma porquería». Aunque las luchas todavía están en el plano de las exigencias al gobierno, se discute cada vez lo que votó la COB en su Congreso realizado en febrero, sobre la necesidad de un instrumento político de los trabajadores. La COB convocó ahora a una cumbre, para discutir la situación y también la cuestión del instrumento político.
Desde La Protesta venimos insistiendo en la necesidad de apoyar y unificar las luchas, convocando a la movilización también a los desocupados, informales, pequeños vendedores, para obligar al gobierno a ceder y, también concretar la construcción de un «instrumento político» de los trabajadores y el pueblo para forjar una alternativa de gobierno que cumpla la Agenda de Octubre y resuelva los problemas de fondo de Bolivia.