Escribe Lucha Internacionalista, del Estado Español.
Los resultados de las elecciones europeas reflejan la crisis política que atraviesa la UE. Aunque las dinámicas de cada país son determinantes, destacamos algunas grandes tendencias comunes , con el trasfondo de la crisis económica y el impacto de las políticas de austeridad que suponen graves ataques a los derechos de los trabajadores, conquistados en décadas de lucha. El desgaste de la derecha y la socialdemocracia, los dos pilares de la estabilidad en los países de la UE y en Bruselas se hace cada día más evidente, pero el crecimiento de la ultraderecha expresa que sectores de la burguesía están preparando un giro para endurecer aún más la ofensiva. En el otro polo, hay expresiones de giros a la izquierda, como el triunfo de Syriza , pero no emerge una alternativa revolucionaria que apueste por una ruptura con la Europa de la banca y la patronal en defensa de la clase trabajadora y los pueblos.
1. El abstención gana
El 56 % de los electores europeos no fueron a votar. En Europa del Este la participación es aún mucho más baja: Eslovaquia tiene el récord con el 13%, en Eslovenia, República Checa, Polonia y Croacia queda por debajo del 25 %. No es extraño que los sectores populares no tengan ganas de implicarse en la construcción de una UE que siempre se ha reservado a los gobiernos y las multinacionales, sin contar con los trabajadores ni los pueblos. Si hace unos años la desafección hacia Europa expresaba más bien indiferencia, ahora tiene más que ver con un rechazo abierto a un proyecto que, para la mayoría, se ha traducido en más paro, más pobreza y recortes en los servicios públicos.
2 . La ultraderecha avanza
El Frente Nacional francés y el británico UKIP, que han ganado las elecciones, lideran el «terremoto» ultraderechista en Europa. Los ultras del PP también ganan en Dinamarca. En Hungría, los neonazis de Jobbik quedan en segundo lugar. En Holanda, los antiislámicos y euroescépticos Partido de la Libertad de Geert Wilders no llegan al resultado que esperaba, pero quedan segundos en número d escaños. Por primera vez los euroescépticos alemanes obtienen representación, así como los neonazis de Berlín, que han conseguido un eurodiputado. En Austria la ultraderecha también duplica votos, y avanza en Polonia y Suecia. En Grecia, los neonazis de Amanecer Dorado se consolidan como tercera fuerza, a pesar del encarcelamiento de una parte de su cúpula, acusada de asesinatos y de incitación al odio .
Ante la falta de una alternativa revolucionaria, en muchos casos estos resultados canalizan el malestar de los trabajadores y los jóvenes: el FN francés obtuvo los votos de los 37% de los parados franceses y de uno de cada tres jóvenes. Pero estas formaciones de ultraderecha sólo llegan a alcanzar estos resultados cuando cuentan con la financiación y el visto bueno de un sector de la burguesía que prepara su plan B. Conscientes de que el endurecimiento de las condiciones llevará a una mayor resistencia, preparan un instrumento de choque contra las organizaciones obreras y populares.
El triunfo en Francia del FN- que reclama «destruir» la UE- cuestiona una unión construida sobre el eje franco- alemán y donde ahora ya predomina Berlín. Además la victoria electoral de Marine Le Pen se produce con el hundimiento de los dos partidos del régimen: el partido socialista, con Hollande a la cabeza, y la derecha de la UMP, de Sarkozy . Los dos quedan inmersos en una fuerte crisis .
3 . El desgaste de la derecha y la socialdemocracia
Prácticamente todos los gobiernos reciben el voto de castigo por la situación económica y las políticas de austeridad. Los gobiernos de derecha pierden en Gran Bretaña, Grecia y Portugal . Sólo hay dos excepciones claras , la CDU de Angela Merkel , que se mantiene , y el PP español , que aún así pierde 2,5 millones de votos. El Partido Popular Europeo gana las elecciones , pero pierde 62 eurodiputados y para frenar los euroescépticos está obligado a una gran coalición con los socialdemócratas.
La socialdemocracia europea también pierde en los países donde gobierna , como Francia o Alemania, y es incapaz de capitalizar el rechazo a la derecha donde está en la oposición, como en Gran Bretaña. La excepción es Italia, donde el gobierno de Matteo Renzi deja en segundo lugar el populismo del Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grill . En conjunto, el partido socialista europeo baja diez eurodiputados .
4 . Syriza y la izquierda alternativa
En Grecia la izquierda alternativa de Syriza , gana por primera vez unas elecciones y consolida además algunos gobiernos regionales (las europeas se habían hecho coincidir con las locales) . Los tres partidos implicados en el gobierno del memorando pierden en conjunto un 16% de votos respecto a las generales de hace dos años. Pero Syriza no puede capitalizar este desgaste y mantiene el mismo resultado, marcada por los conflictos internos y las incoherencias en temas clave, como la pertenencia a la UE y el euro. En cualquier caso , el giro a la izquierda se produce en Grecia y España, con el aumento de IU y los 1,2 millones de votos de Podemos .
Pero Syriza es el ejemplo más evidente de cómo la izquierda ha entregado al populismo y la extrema derecha la bandera de la ruptura con la UE y con el euro. Como si estar contra la UE fuera estar contra la unión de los pueblos de Europa, cuando se trata justamente de lo contrario.
Los resultados importantes de Podemos, que cuenta con el apoyo de Izquierda Anticapitalista y Revolta Global (referentes del Secretariado Unificado en el estado español), contrasta con el retroceso de los dos proyectos que habían sido referentes de esta corriente internacional en Europa: el NPA francés que se hunde pasando del 4’9 % en el 2009 al 0,3 % actual , y del Bloco de Esquerda portugués, que pierde más de la mitad de los votos y pasa del 10,6 % al 4’56 % . El otro referente electoral del trotskismo francés, como es Lutte Ouvrière también ha retrocedido del 1,2 % al 1 %.
Se ha perdido una nueva oportunidad de avanzar en la configuración de un frente de izquierdas , los trabajadores as y los pueblos, en ruptura con la UE, que recogiera la tradición del internacionalismo, el mismo que representaron Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, cuando en 1914 contra la mayoría socialdemócrata se negaron a aprobar los créditos para la primera guerra mundial. Herederos de la lucha por una Europa de los pueblos y los trabajadores o por los Estados Unidos Socialistas de Europa en la formulación de Trotsky, que defendían construir Europa sobre una base de clase opuesta a la de la UE de hoy : un club de estados que sirve de plataforma a las burguesías para defender sus intereses de clase dentro de cada país y frente a sus competidores en el mundo. No: ni la socialdemocracia ni la derecha nos pueden dar lecciones de internacionalismo. Y romper hoy con la UE se ha convertido en un problema vital para los trabajadores. Defendemos esta ruptura no desde el repliegue nacional sino desde el internacionalismo obrero.