Por: Lucha Internacionalista
La proclamación de la República Catalana es la expresión de la voluntad del pueblo de Catalunya de romper con la Monarquía. Es el resultado de una movilización popular permanente y masiva a lo largo de los últimos años, que, hasta el último momento, ha obligado a los gobiernos de la Generalitat a aplicar el mandato popular. El régimen de la transición, aquel que Franco dejó «atado y bien atado», atraviesa su crisis más grave, se agrieta y puede quedar tocado de muerte.
La monarquía y el gobierno del PP encabezan la ofensiva represiva, con el apoyo de C’s y el PSOE. La detención de los presidentes de Òmnium y ANC supuso la advertencia a todo el movimiento popular, tomándolos como rehenes y moneda de cambio. Ahora la aplicación del artículo 155 supone la intervención completa: destitución de todo el Gobierno catalán y la disolución del Parlamento, el control de todas las áreas por los ministerios y el mantenimiento del aparato represivo de ocupación de Cataluña con la Policía española y la Guardia civil sinedie. Rajoy, ante la incapacidad de mantener un pulso largo en el tiempo decide convocar elecciones autonómicas para el 21 de diciembre, intentando dividir el bloque independentista. En paralelo, fiscales y jueces empiezan la purga, y declaran que golpearán con toda contundencia. La lista de los que han hecho posible la llegada de la República es larga, casi inacabable.
También es evidente la debilidad de la dirección de la nueva República. Después del jarro de agua fría de la suspensión del 10 de octubre, hasta el último momento el Presidente de la Generalitat Carles Puigdemont intentó evitar la proclamación buscando un acuerdo con el presidente español Mariano Rajoy para encontrar una salida electoral: unas elecciones autonómicas. La posición de la patronal catalana con el traslado de sedes sociales fuera de Cataluña ha sido clara, primero va el bolsillo y si hace falta se ponen del lado del régimen contra las libertades, temiendo una situación de descontrol que ponga en peligro sus privilegios. Con voces como las de Artur Mas o Santi Vila (una dimisión más de los consejeros del PDeCat), las dudas del propio presidente, las presiones de la UE… sin la movilización popular a buen seguro que estaríamos ante una nueva decepción. Sólo podemos confiar en la gente movilizada en la calle.
El papel del CSQEP (ICV, Podemos, EuiA) ha sido nefasto. Primero dio toda la cobertura «de izquierdas» al régimen desde el Parlamento, con un Coscubiela (por más de una década secretario general de CCOO de Catalunya) aclamado por PP, C’s y PSC. Hasta hoy CSQEP, como los Comunes de Ada Coláis, intentan situarse en una equidistancia imposible, que los hace cómplices de la ofensiva del Estado. Es grotesco que todavía defiendan la vía del diálogo con el estado y la posibilidad de un referéndum pactado que, como se ha visto no cabe dentro del régimen de la monarquía. Un régimen que no admite ninguna reforma democrática. Para completarlo, Pablo lglesias toma también partido afirmando que la declaración de independencia es ilegítima e ilegal: cómo hizo el PSOE en la Transición, ahora es el espacio de Podemos quien actúa de pata izquierda del régimen. Funestas son también las declaraciones de CCOO y UGT estatales, que rechazan contundentemente la declaración de independencia, se limitan a pedir prudencia y medida en la aplicación del 155 y avalan como solución las elecciones del 21 de diciembre. Esta izquierda es el tapón que impide que fluya la solidaridad de los y de las trabajadoras y pueblos del estado, que permitiría pasar la página del régimen del 78.
No minimizamos los gestos de Dante Fachin, responsable de Podemos Catalunya, como las voces que también dentro de Podemos, los Comunes o del propio PSC-PSOE, han protestado contra la política de sus respectivas direcciones, pero el que sí constatamos es que ante la gravedad de la situación no basta con la queja o algunas dimisiones, hay que exigir un cambio de rumbo o dar pasos decididos para buscar un nuevo reagrupamiento a la izquierda.
La República proclamada está lejos de ser efectiva si no se toman decisiones claras y urgentes desde el Gobierno y el Parlamento. Hay que pedir que Gobierno, Parlamento, junto con el apoyo de una asamblea de alcaldes y concejales, exijan la retirada de las fuerzas de seguridad del estado en Catalunya e inicien el proceso constituyente de la República. Que pongan en marcha un plan de medidas de urgencia para garantizar las finanzas propias, cree un Banco público y active urgentemente las leyes que reclaman los sectores sociales (pobreza energética, renta mínima… vivienda) que habían sido suspendidas por el Tribunal Constitucional. Hace falta una señal inequívoca a las clases populares de que la nueva República es para que los de bajo vivan mejor.
Que la fuerza está en el pueblo es más verdad que nunca. La movilización ha sido mayoritariamente determinada por ANC y Òmnium, hoy en el marco de la Mesa por la Democracia, con la patronal y las direcciones de CCOO y UGT. No podemos dejar la calle exclusivamente en sus manos ni estar a la espera de sus convocatorias. Sin la Plataforma del sindicalismo y la izquierda combativa en defensa de derechos y libertades no habría sido posible la huelga general del 3 de octubre, que fue clave en la respuesta a la represión policial contra el referéndum del 1 de octubre. También es a través de esta plataforma que se tiene que hacer la conexión con las clases trabajadoras, en gran parte ausentes y que ni CCOO ni UGT quieren que se incorporen a la lucha por una nueva República. La clase obrera catalana será determinante en el desenlace de esta confrontación con el estado y también en dotar de contenido social la nueva República. Sin los Comités de Defensa del Referéndum y la decisión de mucha gente de la calle de ir más lejos que las consignas recibidas en la defensa de las escuelas y puntos de votación, tampoco habrían votado más d 2,3 millones de personas el 1 octubre. Sin la irrupción del movimiento estudiantil con las huelgas y la ocupación de las calles antes del referéndum o esta semana, no estaríamos donde estamos. Sin la determinación de la asamblea de agricultores y las movilizaciones del 31, tampoco. Avanzar en la organización por abajo, coordinando estos sectores es del todo imprescindible para determinar un plan de lucha. La ofensiva represora crece y habrá que preparar nuevas movilizaciones y nuevas convocatorias de huelga general.
Para derrotar la deriva represiva es imprescindible la movilización de trabajadores/as y pueblos en todo el estado. Ya ha sonado en boca de dirigentes del PP que el 155 también se podría utilizar en Navarra, País Vasco e incluso, en Castilla la Mancha. La represión que hoy se vuelca contra el pueblo catalán se utilizará mañana contra del resto. Más que solidaridad con Cataluña lo que hace falta es la convicción que estamos en una misma lucha, una lucha para acabar con el franquismo que pervive en el régimen monárquico. El régimen separa y confronta los pueblos, la libertad de los pueblos permitirá una solidaridad más fuerte. Como internacionalistas buscaremos un punto de encuentro entre los pueblos en el marco de una Federación de repúblicas, que las queremos de y para la gente trabajadora, socialistas.
Hemos visto como la misma UE que aplastaba al pueblo griego bajo planes de miseria y negaba su referéndum: hace lo mismo hoy con Catalunya. La Solidaridad internacional que el gobierno busca en los estados y las instituciones europeas, sin éxito, la encontraremos en los trabajadores/as y los pueblos. El mismo día que se proclamaba la República Catalana, Juan Carlos Giordano, diputado y militante de Izquierda Socialista en el Frente de la Izquierda y los Trabajadores presentaba en el Parlamento argentino una propuesta de reconocimiento de la República Catalana. Se ha creado el movimiento internacional «With Catalonia» coordinando por todas partes comités de solidaridad de organizaciones de izquierdas, sindicales y de defensa de las libertades.
La movilización popular ha sido clave para proclamar la República, y será clave para defenderla.
Exigimos medidas inmediatas para hacer efectiva y defender la República: Gobierno, Parlamento, y asamblea de alcaldes y concejales, exijan la retirada de las fuerzas de seguridad del estado e inicien el proceso constituyente. Plan de medidas de urgencia para garantizar las finanzas propias, creación de un Banco público y activación urgente de las leyes que reclaman los sectores sociales (pobreza energética, renta mínima… vivienda) suspendidas por el TC. Hace falta una señal inequívoca a las clases populares de que la nueva República es para que los de bajo vivan mejor.
Hay que profundizar en la organización desde abajo: coordinar CDRs y la Plataforma de sindicatos y organizaciones que impulsó la huelga general 3-O.
Hay que preparar y convocar una nueva huelga general.
29/10/2017