Por Miguel Sorans, dirigente de Izquierda Socialista y la UIT-CI para El Socialista
17/07/2024. En Francia predomina la parálisis y la indefinición políticas. En Francia existe una crisis de gobierno inédita. Macron disolvió el 10 de junio la Asamblea nacional ante la gran derrota que sufrió en las elecciones europeas (apenas llegó al 15%), con el voto castigo a favor de Le Pen y la ultraderecha (34 %) y convocó a legislativas para buscar de superar la crisis. Pero lejos está de lograrlo. Pasan los días y no se forma un nuevo gobierno. Además, el 28 de julio darán inició las Olimpíadas en Paris.
Las legislativas no dieron un bloque con una mayoría absoluta de 289 diputados, que es lo que se necesita para tratar de asegurar la designación del primer ministro que cogobierne con el debilitado Macron como presidente. Pero la gran sorpresa electoral, que ninguna encuesta previó, lo dio la ultraderecha. Marine Le Pen que esperaba ganar las elecciones y pretendía lograr la mayoría absoluta para llegar al gobierno, sufrió una inesperada derrota electoral. Pasó de ganar, en la primera vuelta, a quedar tercera.
El Nuevo Frente Popular (NFP) había pactado con el macronismo el llamado “frente republicano” por el que se retiraba el tercer candidato, de cada circunscripción electoral, en la segunda vuelta cuando el primero era de la ultraderecha. El costo político para la izquierda del NFP fue permitir una parcial recuperación electoral de Macron que remontó al segundo puesto.
El primer lugar lo obtuvo la izquierda del Nuevo Frente Popular (NFP), que, según los resultados oficiales definitivos hasta ahora, ha logrado 182 diputados en la nueva Asamblea Nacional, donde tenía 153. En segunda posición quedó la oficialista Ensemble (Juntos) de Emmanuel Macron con 168, muchos menos que los 250 que tenían. Y tercero, el Reagrupamiento Nacional (RN) de Le Pen con 143 diputados. Aunque la ultraderecha no pudo sostener el primer lugar, mantuvo su crecimiento; antes tenía 88 diputados y fue el partido político más votado ya que no integra una alianza.
De esta forma, como decíamos en la nota de 8 de julio, se les atragantó el festejo a la ultraderecha francesa y mundial. La alegría se trasladó a miles y miles de trabajadoras y trabajadores y jóvenes que festejaban en las calles de todo el país con banderas palestinas y carteles de repudio al genocidio del estado sionista de Israel. También fue un motivo de festejo para los millones que en el mundo repudian y combaten a la ultraderecha de les Meloni, Abascal de Vox, Milei, Bolsonaro, o Trump.
El empantamiento político de la segunda potencia capitalista de la UE
Lógicamente la ultraderecha francesa solo ha recibido un golpe electoral. Y su derrota definitiva vendrá de la movilización de las y los trabajadores y la juventud combativa de Francia. Tampoco podemos abrir expectativas en Nuevo Frente Popular (NFP) que está integrado por la izquierda reformista como el Partido Socialista (PS) que ya gobernó ajustando al pueblo trabajador. También están la Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Melenchon, el Partido Comunista (PC) y las direcciones de las centrales obreras. Ninguno fue hasta el final en 2023 en la lucha para derrotar a Macron y su reforma previsional. Se negaron, por ejemplo, a convocar a una huelga general cuando millones estaban en las calles.
Ahora el NFP quiere utilizar su primer lugar electoral para negociar tener el primer ministro para cogobernar con Macron, la centro derecha liberal que lleva seis años gobernando contra la clase trabajadora, la juventud y los sectores populares. Lo que significaría un nuevo gobierno de colaboración de clases al servicio de las multinacionales. ¿Qué va a quedar del programa del NFP que se comprometía retirar muchas de las medidas anti obras de Macron?
Pero hasta ahora no se resuelve la formación de un nuevo gobierno. Predomina la crisis. Macron lanzó una provocativa carta diciendo “nadie ganó”. Lo que fue repudiado por el NFP que se considera ganador. Según la constitución de 1958, de la llamada Quinta República fundada por De Gaulle, el presidente puede designar a “dedo” al primer ministro. Pero la tradición democrática burguesa fue llevando a que se lo hiciera negociando con la primera mayoría parlamentaria. Se considera que esta crisis política es inédita en Francia. Se sospecha que Macron busca dividir al NFP y pactar con su ala derecha que es el PS, encabezado por Francois Hollande, ex presidente y actual diputado. Tampoco el NFP se pone de acuerdo en una propuesta. Melechon, que encabeza Francia Insumisa (LFI), el sector que más diputados logró en el NFP, reclama para ellos y en alianza con el PC, poner el candidato o candidata a primer ministro. Y por eso se retiró de las negociaciones.
Este enredo en las alturas del régimen político francés, muestra la dimensión de la crisis política en que está envuelta la segunda economía capitalista de la Unión Europea (UE), detrás de Alemania, y una de las mayores potencias imperialistas del mundo. En Francia puede pasar cualquier cosa políticamente. Esa es la gravedad de la crisis. Puede ser que finalmente Macron, pese a su debilidad, pueda formar gobierno con sectores de la izquierda reformista como también surgir un bloqueo parlamentario, tanto de parte del NFP como de Le Pen, o veto presidencial que haga que finalmente el mismo Macron tenga que dimitir y convocar a un adelantamiento de elecciones presidenciales, que están previstas para el 2027.
Las causas sociales de la crisis política
La crisis política muestra el descrédito que tiene el gobierno de Macron y toda la dirigencia política patronal de los anteriores gobiernos gaullistas (Sarkosy) o socialdemócratas (Hollande) que llevaron a una brutal caída del nivel de vida de las masas. La crisis política es la expresión de la aguda crisis económica y social. Se calcula, por ejemplo, que en Francia hay más de 4.600.000 personas que viven situación precaria. Con unos 330.000 sin techo y que hay 15.400.000 de personas en riesgo de pobreza, (Datos Infobae, 1/2/2023).
Este descreimiento en los partidos políticos burgueses tradicionales es lo que también explica el lamentable crecimiento electoral de la ultraderecha. Este fenómeno político-electoral es el que también se ha expresado en otras partes del mundo, fruto de la decadencia y crisis del capitalismo-imperialista.
Pero la expresión más importante de la crisis social en Francia ha sido el crecimiento de las luchas obreras, juveniles y populares. Desde el movimiento de los Chalecos Amarillos (2018) contra el alza del costo de vida, hasta las acampes y marcha estudiantiles y juveniles de apoyo al pueblo palestino (2024), pasando por las importantes huelgas y marchas obreras contra la reforma previsional (2023) y las movilizaciones del sector del agro perjudicados por la crisis económica.
Más allá del resultado coyuntural de la actual crisis de indefinición del gobierno, la crisis social de fondo no tendrá solución, sea con un nuevo gobierno de colaboración de clases o con nuevas elecciones presidenciales, ya que por ley no pueden hacer nuevas legislativas hasta dentro de un año.
El camino para el pueblo trabajador y la juventud es retomar las movilizaciones en defensa de salarios y de las pensiones, contra las leyes de migración, en defensa de los sectores públicos como la salud y la educación y en defensa del pueblo palestino. Y en la perspectiva de lograr un verdadero cambio de fondo con un gobierno de las y los trabajadores.
Desde la UIT-CI consideramos que es imprescindible, para esas tareas, avanzar hacia la conformación de un reagrupamiento de fuerzas, en especial de las que se reclaman del trotskismo, para construir una nueva alternativa política unitaria, de independencia de clase, anticapitalista y socialista.